Pingüinos en París: Livorno, el casino de madame Sitrì

Parte de la acción de la novela ocurre  en Livorno donde una de mis personajes, madame Sitrì, regenta el más famoso «casino»de la Toscana.

 

 

 

Aquella noche de vino y conversación política derivó, casi sin pretenderlo, en la proposición de Pietro para hacer una visita al famoso Casino de Madame Sitrì.  Hugo no precisó traducción puesto que cuando algo iba mal o cuando hablaban de los gobiernos del Duce, la frase preferida de sus amigos era: “Questo è un casino”, es decir, “esto es una casa de putas”. Por tanto, el español supuso, y con toda la razón, que la casa de madame Sitrì no sería ningún lugar de recogimiento. Por el camino le detallaron que el prostíbulo gozaba de todas las bendiciones, no eclesiásticas, pero sí de sus clientes, entre los que se contaban los “camisas negras” más influyentes, la aristocracia toscana, algunos obispos y un par de cardenales. Lo más granado de la clientela eran los “bacalaos” y no se trataba de ningún influyente noruego, los así llamados eran los oficiales y cadetes de la cercana Academia Naval. Acudían a la mansión de meretricio embutidos en sus brillantes uniformes azules de guardiamarinas y con su espadín protocolario ceñido al cinto. Todo un espectáculo.

Extracto de «Pingüinos en París (Bajo dos tricolores)»

placa

 

Los tres muchachos permanecían embelesados, conmocionados por los vapores del “hada verde”, con la mirada puesta en todos los movimientos de aquellas ninfas. Los grandes espejos multiplicaban sus pasos, cadenciosos y volátiles como el de nubes con ligueros. Allí, en la pared, enmarcado en dorados como los azogues y los bellos cuadros, un cartel anunciaba el Casino da Madame Sitrì en letras grandes y en otras más pequeñas se leía: Qui non si fa franella, ma si tromba, allí no se iba charlar ni tampoco a pasear el palmito; pero se trompeteaba, es decir, se hacía el amor…

Extracto de «Pingüinos en París (Bajo dos tricolores)»

 

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