Pingüinos en París, una novela de un tiempo.

 

25660178_1326597224111711_646778657234045213_n (1)

Aunque mi novela «Pingüinos en París» pasa por ser una novela que describe tiempos de guerra y termina con un hecho histórico – la liberación de París – que permaneció en su realidad demasiado tiempo oculto, lo cierto es que trata de ser una novela de personajes, de sentimientos y vivencias que sorprenderán al lector.

Es cierto que se desarrolla en un momento apasionante y conflictivo para la Humanidad y que la Guerra Civil y la II Guerra Mundial son el escenario prioritario donde las actrices y actores del libro encuentran o pierden lo mejor de sus existencias.

Sin embargo, Pingüinos en París, es básicamente  un compendio de historias individuales, amores, canciones, fotografías, lugares, situaciones y sentimientos dentro de un contexto histórico. Su lectura conseguirá fundirnos con los personajes y vivir sus perspectivas y condicionantes como si de las nuestras se tratara.  Seremos, Hugo, Nicoletta, David, Fiorella, Robert, Gerda… o cualquiera de ellos entrelazados por el milagro de las palabras. Veremos sus rostros, oiremos sus canciones, abrazaremos sus cuerpos y tendremos sus dudas y pensamientos en lugares como La Toscana, Barcelona, Madrid, Teruel, Livorno, Roma, San Giovanni o Pocklington… incluso dispararemos con ellos en las calles de París.

ficha de pingueinos-en-paris-bajo-dos-tricolores

Algunos de su personajes, sin dejar de ser como son, se han rebelado en boca de sus hijos y nietos y he procurado trasmitirles el porqué elegí a sus ancestros como cómplices de mi libro. Así los familiares me han ayudado, comentado e interesado por esa nueva vida de sus deudos. En esta página podéis encontrar comentarios, fotos, pregunta y correcciones de algunos de ellos. Porque los personajes de Pingüinos en París siguen vivos en muchas memorias.

arco anniejpg

Pingüinos en París, os emocionará… y tendréis que contármelo. 

Si queréis saber más:

Las canciones

Las fotos

Los vídeos

Los personajes

Los personajes de la novela Pingüinos en París

27545284_1360604390710994_7706345650526044108_n

Agradezco a todos los lectores que han elogiado muy mayoritariamente a Pingüinos en París. Los motivos han sido muy diversos: por la calidad, entretenimiento, estructura, dinámica, realidad histórica, ficción bien argumentada… pero me llena de orgullo los comentarios sobre la credibilidad y tratamiento de sus personajes, ya sean protagonistas o no.

Precisamente eso es lo que pretendía al escribir la novela: relatar sentimientos y vivencias de distintas mujeres y hombres que, a lo largo de la obra, aparecen entre sus páginas.

Por eso hoy os recomiendo la visualización de todos estos personajes que están a vuestra disposición en esta página y en el siguiente enlace: Personajes de la novela

La actriz Luise Rainer; la  famosa Madame Sitri; el fotógrafo Robert Capa y la fotógrafa Gerda Taro; el poeta Giorgio Caproni; el rey Alfonso XIII; el polaco Herschel Grynszpan «responsable» de La Noche de los cristales rotos; la  fundadora de la Maternidad de Elna, Elisabeth Eindenbenz; Joan Pujol el mejor espía del siglo XX; el locutor Ignacio Bowen y su esposa Celia Tobal; el general  Georges Patton; el cantante David Devriès; el general Miguel Cabanelles Ferrer;  el fraile Martín Zubeldía Inda  (Gumersindo de Estella); los grandes poetas Antonio Machado y Miguel Hernández; los espías Miguel Piernavieja del Pozo y Ángel Alcázar de Velasco; el general Leclerc comandante en jefe de la 2DB; el general Charles De Gaulle, el escritor Ernest Hemingway; el atleta Luz Long; el mejor ametrallador del día D, Heinrich Severloht; el director de cine John Huston; la rapada de Chartreuse, Simone Touseau; el último gobernador alemán de París, Dietrich von Choltitz; los componentes de La Nueve, encabezados por su capitán Raymond Dronne y su segundo Amado Granell y su gran héroe Martín Bernal,  todos dejaron su huella en la Historia.

En la novela aparecen  junto a otros personajes, supuestamente ficticios, con igual protagonismo y que también, tal vez con otros nombres, fueron parte de la historia, sobre todo la relatada en la novela. Así encontraréis datos sobre el oficial de la Nueve Hugo Martínez; el resistente Vicenzo Zanetti, el mejor ametrallador de La Nueve,  David Sitrì; los habitantes del pueblo de San Giovanni: Vittorio San Giovanni, Alfonso de San Giovanni, Don Mateo, Desiderata y Cornelio San Giovanni; la intrigante Claudia Angelini y su hijastro Pietro Angelini; y en especial la bella Fiorella Colonna y la protagonista principal: Nicoletta Cervi.

De todos ellos encontraréis referencias y fotografías en la página. Espero que lo disfrutéis.

25660178_1326597224111711_646778657234045213_n (1)

Sobre Luz Long

El atleta alemán Luz Long es conocido, además de por su trayectoria atlética, por su espíritu olímpico. En las olimpiadas de Belín de 1936, en las que obtuvo la medalla de plata en salto de longitud, aconsejó al norteamericano Jesse Owens, su principal rival, como debía saltar porque sus primeros saltos fueron fallidos, lo que a postre dio el triunfo al atleta de Alabama, gracias al consejo técnico de su oponente Luz Long.

Luz Long moriría durante la Segunda Guerra Mundial durante la invasión aliada a Sicilia. Como un homenaje a este gran hombre y gran atleta, fiel a los principios olímpicos, lo incluí como personaje de mi novela «Pingüinos en París».

En el aniversario de su nacimiento hice un post en esta página relatando las virtudes de Luz.

Luz Long en Pingüinos en París

Un amable lectora alemana, que ha resultado ser la nuera de Luz Long, me envío un comentario, que pueden ver en el post, donde corregía mi aseveración de que en 1964 se le había concedido a Long,  a título póstumo, la medalla Pierre de Coubertin

Medalla Pierre de Coubertin

Mi extrañeza no tuvo límites puesto que en muchas páginas en distintos idiomas, tanto las referidas a la medalla como a las de las biografías de Luz Long, mencionan este punto. Puesto en contacto con Mrs Long, me ha asegurado que Luz nunca ha recibido esta medalla a pesar de lo que digan.

Sirva este post para reivindicar que Luz Ling era merecedor de tal distinción y rogar que en todas las páginas de Internet, principalmente las de Wilkipedia, se corrija el error y se anime a las autoridades deportivas a subsanar esta injusticia. Les incluyo la última respuesta de Mrs Long.

Dear Mr. Jordi Siracusa,
thank you very much for your answer to my email and your mentioning the Pierre de Coubertin Medal given in 1964 posthum
to Luz Long???? As you mention it, I believe, that this news you learned from your source:

https://en.wikipedia.org/wiki/Pierre_de_Coubertin_medalhttps://de.wikipedia.org/wiki/Luz_Long

I can assure you, that this news is a fake. I did make the research for our book about Luz Long for five years. I startet very
thoroughly and the first thing was to look in the story, that  the Pierre de Coubertin Medal was given to Luz in 1964. Why,
because my husband, the son of Luz, in 1964 was already 23 years old and he or his Mom Gisela didn’t get any letter, any parcel
and call from the IOC where they have been informed, that Luz was honored with the Pierre de Coubertin medal postume, neither
was there any Sport Gala to present this medal to the Long family. And no one of the Long family was ever in contact
to Mr. Average Brundage at that time President IOC, who was the man, who appoints the athletes for this award.

I got in contact with Mr. Bach/President Deutscher Olympischer Sport Bund and nowadays IOC President, with the archiv IOC,
with German Archives and Organisations, with Mr. Müller who worked in that department. No letter, no call, no proof at all
to give any hint, that Luz Long did ever get the Pierre de Coubertin medal.

On our German website: https://de.wikipedia.org/wiki/Luz_Long
you won’t find any hint for given the Pierre de Couberin medal to Luz. They did efface it on our request, but they told me, they can’t do it on all foreign wikipedia websites. So, for me it is not possible to correct every website, in which some of Luz life is mention in the wrong way. Misinterpretations for instance to earn money with this story or to make their websites more interesting  or to write off from convenience. There are really many motives. We don’t agree, but can’t help it.

Therefore my email was on purpose, to ask you, to mention our book as further scource to wikepedia and others.
Whatever you will read in our book is correct and can be proofed through documents, witnesses, diaries, Original Newspaper from 1936 and from sources out of the family.

And you have to think about our i.e. Luz problem, he will never get the Pierre the Coubertin medal because everyone believes, that he already got this precious award in 1964 posthum!  It’s a pity!

Kind regards

Me permito hacer una traducción del escrito.

 

Estimado Sr. Jordi Siracusa,

Muchas gracias por su respuesta a mi correo electrónico y su mención de la Medalla Pierre de Coubertin otorgada en 1964 póstumamente a Luz Long ??? Como usted lo menciona, creo que esta noticia la tomó de la fuente:

https://en.wikipedia.org/wiki/Pierre_de_Coubertin_medalhttps://de.wikipedia.org/wiki/Luz_Long

Puedo asegurarte que esta noticia es falsa. Hice la investigación para nuestro libro sobre Luz Long durante cinco años. La hice muy a fondo y lo primero fue mirar en la historia de esa Medalla Pierre de Coubertin que se le dio a Luz en 1964. ¿Por qué? porque mi esposo, el hijo de Luz, en 1964 ya tenía 23 años y él o su madre Gisela no recibieron ninguna carta, ningún paquete ni una llamada del COI donde se les informara de que Luz Long fue honrado con la medalla Pierre de Coubertin, ni hubo ninguna Gala Deportiva para presentar esta medalla a la familia Long. Ni nadie de la familia Long tuvo noticias del  Sr. Average Brundage, en ese momento  Presidente  del IOC, y que era el responsable de designar a los atletas para este premio.

Me puse en contacto con el Sr. Bach, Presidente Deutscher Olympischer Sport Bund y hoy Presidente del COI, con el archivo IOC, con Archivos y Organizaciones Alemanas, con el Sr. Müller que trabajó en ese departamento; sin  recibir ninguna carta, llamada o prueba que diera alguna pista, que demostrara que Luz Long recibió en algún momento la medalla Pierre de Coubertin.

En nuestro sitio web alemán: https://de.wikipedia.org/wiki/Luz_Long  no encontrarás ninguna pista sobre la medalla Pierre de Coubertin a Luz. Lo borraron a petición nuestra, pero lamentablemente no pueden hacerlo en todos los sitios web de wikipedia en el extranjero. Por lo tanto, para mí no es posible corregir todos los sitios web, en los que parte de la vida de Luz se trasmite de la manera incorrecta. Existen interpretaciones erróneas de todo tipo, por ejemplo, para ganar dinero con la historia o para hacer que sus sitios web sean más interesantes y para cancelarlo cuando les convenga. Realmente hay muchos motivos. No estamos de acuerdo, pero no podemos evitarlo.

Por lo tanto, mi correo electrónico fue a propósito, para preguntarle y para mencionar nuestro libro como fuente de información adicional para wilkipedia y otros.

Todo lo que leerá en nuestro libro es correcto y puede ser revisado a través de documentos, testigos, diarios, periódico original desde 1936 y desde fuentes al margen  de las familiares.

Y dese cuenta de nuestra sensibilidad sobre este tema, porque Luz  nunca obtendrá la medalla “Pierre de Coubertin” porque todos creen que: ¡Ya  obtuvo este precioso premio en 1964 ! ¡Es una lástima!

Saludos cordiales.

El libro a que se refiere Mrs. Long: Publicado en Abril 2015.  ISBN 978-3-942468-26-8

 

Agradezco a Ragna Long sus comentarios.

 

phpunNOQb20130425153445.jpg_ArticleWide

 

La hazaña

 

 

El salto de Long

 

Página de Luz Long:

https://www.facebook.com/LuzLudwigLong/

 

La imagen puede contener: 2 personas, personas sentadas

FOTO DE LA PÁGINA DE LUZ LONG


			

La última foto de Gerda Taro

En mi novela Pingüinos en París, Gerda Taro y su pareja, el fotógrafo Robet Capa, tiene un papel protagonista. En el libro se relata el momento en la batalla de Brunete en que Gerda es aplastada por un tanque y el posterior fallecimiento de la foto-reportera. El pasado miércoles apareció en Twitter una foto que, con bastante seguridad, fue la última que le tomaron a Gerda.

Hospital del gOLOSO

La foto es propiedad de un ex oficial británico de nombre John Kiszely que la subió a Twitter con el siguiente texto:

Just dug out this photo of a young doctor with the International Brigade in the Spanish Civil War in 1937 – my father.

Se trata de una foto de su padre, un brigadista húngaro, atendiendo a una joven herida. Pronto aparecieron varios comentarios en su perfil relacionando a la víctima con Gerda Taro.  Las respuestas de Kiszely mencionaban una nota en el reverso de la foto:

Y aunque el mes  no coincide (Gerda murió en julio), es muy probable que sea ella.

 

 

PARTE TRASERA DE LA FOTO

Parte trasera de la foto subida a Twitter por Kiszely.

Partes de periplo vital de Gerda Taro, pueden leerse en mi novela y también en alguna de las entradas de esta página que cito a continuación:

Gerda Taro en Pingüinos en París

Aquí encontraréis, vivencias,  fotos suyas, el trágico accidente que le costó la vida  y partes de la novela en la que se relatan.

El apartamento de Gerda y Robert Capa en París

Aquí podéis ver el apartamento de París donde vivieron Gerda y Robert, en un reportaje fotográfico que hicimos Ana y yo en París.

Dietrich von Choltitz en Pingüinos en París.

En la novela se relatan las difíciles  decisiones  que tuvo que tomar  Dietrich von Choltitz, general en jefe de la guarnición alemana en París, ante la llegada de los aliados. El día 9 de noviembre se cumplirán 123 años del nacimiento del militar prusiano en Laka Prudnika en la actual Polonia. El pasado 5 de noviembre se cumplieron 51 años de su muerte en Baden- Baden(Alemania). Von Choltitz sobrevivió muchos años a su posible muerte en un París incendiado y destruido (un nuevo Stalingrado) como pretendía Adolfo Hitler.

Resultado de imagen de Dietrich von Choltitz

En Pingüinos en París se cuentan sus últimos momentos de libertad antes de que La Nueve entrara en la capital parisina la tarde del 24 de agosto de 1944.

Fragmento de Pingüinos en París:

Dietrich von Choltitz, desde el hotel Maurice, ordena que aquella noche no se perpetren más ataques y que las fuerzas solo se limiten a defenderse, incluida la Gestapo y los partidarios de Vichy, pretende disfrutar de una velada en calma; ha decidido no dinamitar la ciudad. Sin embargo, conoce al estado mayor de Hitler y sabe que en cuanto sepan que la orden de incendiar París no se ha cumplido será destituido y arrestado, y le consta que su sustituto, si le dan tiempo, no tendrá ninguna contemplación ni con la ciudad ni con él. Pide que le sirvan una copa de Henri IV Dudognon Heritag en el salón, bajo la cúpula acristalada del Jardín de Invierno. Su ayudante trata de permanecer a su lado, pero con un gesto de su mano le indica que prefiere estar solo. Aspira profundamente el aroma del coñac con cien años de cautiverio en barrica, lo saborea lentamente y se felicita de que los aliados ya estén en la capital; aunque, con toda seguridad, esto represente su última noche en libertad, incluso su última velada; es consciente de que, cualquier otro retraso de los aliados, hubiera tenido consecuencias catastróficas para la capital. Pide otro coñac y sube a la habitación, desde su ventana contempla la Torre Eiffel entre las sombras nocturnas, erguida y a salvo; levanta su copa y brinda por París.

Resultado de imagen de Dietrich von Choltitz

Dietrich von Choltitz, fue arrestado por tres españoles.

Se trataba de un extremeño llamado Antonio Gutiérrez, el aragonés Antonio
Navarro y Francisco Sánchez, sevillano de pura cepa. Atravesaron
el lujoso hall y subieron al primer piso donde encontraron al general con su Estado Mayor. Los alemanes viéndose encañonados se rindieron al trío de españoles. Uno de los oficiales les dijo en francés algo sobre las leyes de la guerra. Gutiérrez no entendió del todo el discurso del alemán y respondió con el argumento que le pareció más persuasivo. “Somos españoles y si nos os rendís os pegamos cuatro tiros”, les dijo. Entonces intervino Von Choltitz y dirigiéndose al extremeño solicitó rendirse a un oficial francés de rango. Entraron Hugo y Pietro y sin dejar de encañonarles esperaron la llegada de comandante La Horie. A partir de aquel momento, el general alemán cursó la orden para el alto el fuego a la guarnición alemana de París. Desde las 12.30 ya ondeaba en la Torre Eiffel la bandera tricolor francesa.
Se encomendó a los tres españoles que le habían detenido, el traslado del gobernador militar a la prefectura en L’Ille de France. Antes de salir del Maurice, en aquellos salones que le habían hecho soñar, Von Choltitz, ya un tanto más reposado, se quitó el reloj de la muñeca y se lo entregó a Gutiérrez.

– Es mi regalo por saber respetar las reglas de guerra – le dijo.

Fragmento de Pingüinos en París

Imagen relacionada

Con el general Leclerc, comandante de La 2DB la División donde estaba integrada La Nueve.

Firmando la rendición.

Miguel Hernández en Pingüinos en París

Miguel Hernández tiene un par de  apariciones en mi novela. Hoy día 30 de octubre se cumple el aniversario de su nacimiento en Orihuela (Alicante) el 30 de octubre de 1910. Miguel fue uno de los poetas de aquella Guerra Incivil que separó a los españoles. En homenaje.

1336858632_427279_1336858813_noticia_normal

Su compromiso político le llevó a luchar por la República hasta el último momento y a morir por sus ideas. Sus versos están cargados de este compromiso y de esta lucha. Joan Manuel Serrat puso música y sentimiento a muchos de sus poemas.

 

Dedicado a su esposa Josefina Manresa

 

hqdefault

 

 

Para la Libertad

Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.

Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas,
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas.

Para la libertad me desprendo a balazos
de los que han revolcado su estatua por el lodo.
Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos,
de mi casa, de todo.

Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.

Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño:
porque aún tengo la vida.

 

 

Hijo de la Luz y de la sombra

miguel-hernandez-mujer-kAmE--620x349@abc

 

 

Llegó con tres heridas.

Llegó con tres heridas:
la del amor,
la de la muerte,
la de la vida.

Con tres heridas viene:
la de la vida,
la del amor,
la de la muerte.

Con tres heridas yo:
la de la vida,
la de la muerte,
la del amor.

 

miguel-hernandez

 

Fragmento de Pingüinos en París.

Al día siguiente partían los brigadistas. En algunos lugares lucharon
durante todo el día y muchos murieron en vísperas de su repatriación. Dieron su vida por sus ideales y por una tierra que siempre permanecería en la memoria de los que sobrevivieron. El comisario de cultura del Quinto Regimiento, un poeta alcoyano llamado Miguel Hernández, dedicó aquel día un poema a los brigadistas caídos:
«Si hay hombres que contienen un alma sin fronteras,
una esparcida frente de mundiales cabellos,
cubierta de horizontes, barcos y cordilleras,
con arena y con nieve, tú eres uno de aquellos.»

 

Tu eres uno de aquellos: Serrat- Hernández

 

Fragmento de Pingüinos en París.

Toda la ciudad amaneció con pancartas y carteles alusivos al acto de despedida. Barcelona pretendía celebrar un gran homenaje a todos aquellos hombres, de más de cincuenta países, que habían luchado por la causa republicana. Sabía por una carta de Hugo, la última que había recibido y de eso hacía casi un mes, que Pietro no estaría con los repatriados. No era el único italiano que se quedaba. Los dos bandos seguían contando con compatriotas, el republicano por la imposibilidad de regresar y el nacionalista por los engaños practicados por el Gobierno de Burgos.
La Avenida 14 de abril resplandecía cubierta de banderas, pancartas,
flores, guirnaldas y coronas de laurel. Atados a los árboles, colgaban carteles con los nombres de todos los batallones. Sus pasos la condujeron a la Avenida de Pedralbes. La multitud se concentraba cerca de la tribuna presidencial a la que tenían que acudir las personalidades. La aviación republicana sobrevolaba la zona para evitar ataques de los aviones fascistas. Empezaron a lanzar octavillas lo que provocó más de un susto entre la muchedumbre. Los papelitos cayeron lentamente, sin silbidos asesinos, planeando hasta llegar a las manos de los espectadores. “¡Salud, hermanos de las Brigadas Internacionales!”, decían. Nicoletta cogió uno de ellos y en un gesto automático lo guardó en su chaquetón, después de leerlo.
Negrín y Companys precedieron al resto de autoridades que fueron
ocupando posiciones en la tribuna mientras eran vitoreadas por la población congregada, eran las cuatro y media de la tarde. El general Rojo y el doctor Negrín se dirigieron en coche al palacio Presidencial para recoger a Manuel Azaña, jefe de Estado. Se inició el desfile bajo un enorme entusiasmo popular. Nicoletta se alejó unos metros del bullicio, pensaba en Hugo ¿Seguiría vivo? ¿Qué peligros y calamidades estaría soportando? La aviación lanzó de nuevo octavillas, esta vez era un poema dedicado a los brigadistas, firmado por un tal Miguel Hernández. Era emotivo, hasta hermoso. Tal vez Hugo y Pietro lo habían leído antes que ella, el último verso decía:

A través de tus huesos irán los olivares
desplegando en la tierra sus más férreas raíces,
abrazando a los hombres universal, fielmente.

 

 

 

https://www.youtube.com/watch?v=9Pm-cQ9xQnE

La última foto de Robert Capa

Capa es uno de los personajes principales de mi novela Pingüinos en París. Su relación con Gerda y con la fotografía – sus dos grandes amores – son instantes de que aparecen entre las páginas del libro, como surgen las mágicas instantáneas de su cámara.

El 22 de octubre de 1913 nacía en Budapest y un 25 de mayo de 1954 moría en Thái Bình, entonces Indochina francesa y hoy República de Vietnam. Su última foto la hizo aquel mismo día antes de pisar la mina asesina.

 

c3baltima-fotografia-tomada-por-robert-capa-antes-de-morir1

 

Son conocidas y admiradas muchas de sus fotografías. En otras entradas de esta misma página aparecen unas cuantas.

Primera parte: Fotos primeras y Guerra Civil Española

Segunda parte: Fotos Segunda Guerra Mundial

Tuve ocasión de visitar en París el apartamento de Gerda y Robert. Podéis ver las fotos de Ana Elisa Martínez

El apartamento de Gerda y Robert Capa

 

Algunas de sus últimas fotos:

1953-robert-capa-longchamp-racetrack-paris-hcb (1)

Robert Capa por Henri Cartier Bresson (1953)

 

capa en el baño leyendo a simenon Magnum

En el baño, leyendo a Simenon. Foto Magnum

Capa-steinbeck1947

Con Steinbeck. Autorretrato.

capa 2jpg

De bailoteo en Hollywood. Magnum fotos.

 

Henri-Cartier-Bresson-Robert-Capa

Con «Chim» Seymour. Foto de Henri Cartier Bresson.

Algunas de los momentos de la liberación de París que aparecen en la novela:

Sobre la Maternidad de Elna

La película de la TV 3 de Catalunya con participación TVE: La luz de Elna, ha traído el recuerdo de la Maternidad de Elisabeth Eidenbenz  en la ciudad francesa de Elna. En mi novela se describen los momentos en que la joven suiza instala su maternidad-refugio, sus experiencias y las de las madres y niños que por allí pasaron. Sirva este post como homenaje a tan brava luchadora.

 

1325540908_202554_1325579604_noticia_normal

Portús

En el drama del exilio surgió un lugar donde las embarazadas y los lactantes procedentes de los campos de internamiento franceses tendrían la oportunidad de vivir.

maternidad de elna

Maternidad de Elna (castillo de Bardou)

Fragmento de Pingüinos en París

Cuando aparecieron por el campo Fiorella Colonna y Elisabeth Eindenbenz, cayó una bendición para los niños refugiados y las madres parturientas. Quedaron tan sobrecogidas con lo que vieron que pronto se pusieron manos a la obra, y nunca mejor dicho.
– ¿Por dónde empezamos, Hugo?
– Hay un par de campos cercanos donde llevan a las parturientas y a los recién nacidos. Tendríais que haceros cargo de ellos con urgencia.
Abordaron su trabajo como posesas, primero necesitarían un lugar donde levantar unas mínimas infraestructuras. Un día, visitando el mercado para comprar alimentos en la cercana población de Elna, descubrieron un señorial palacete de tres pisos en las afueras del pueblo, en la carretera de Montescot. Su estado era bastante ruinoso, el techo derruido, las paredes arruinadas y agrietadas, el interior desnudo y despintado como un esqueleto; tampoco había agua ni luz. Sin rendirse, consiguieron que les alquilaran lo que el chauvinismo local había bautizado como Castillo de Bardou. La idea era edificar una maternidad para asegurar la vida de los recién nacidos de Argelès y otros campos cercanos. Sobre todo, atender a las parturientas. Fiorella pidió la ayuda a Hugo, él habló con los otros oficiales del campo y, con autorización de sus carceleros, les enviaron algunos concentrados que pudieran ayudar a reparar la casa. El lugar iba alzándose, la instalación eléctrica y el agua corriente volvieron a funcionar y los colores amanecieron como prestados por el Arco Iris. 

elizabeth-eidenbenz-izq-y-marc3ada-garcc3ada-torrecillas-dech-en-1942-antes-de-ir-a-mexico-publico-es

Elisabeth a la derecha y María García Torrecillas a la izquierda en 1942 (público.es)

Fragmento de Pingüinos en París
Era el carácter indomable de Fiorella el cuerpo físico de los avances de la construcción y Elisabeth el alma. Sin embargo, la condición de ciudadana suiza de Elisabeth la convertía en la cabeza visible de la petición de ayudas a las organizaciones internacionales, sobre todo la de la Cruz Roja. El edificio, bautizado ya como la maternidad de Elna, se iba transformando en un lugar capaz de atender a las parturientas, cuidar de los niños y albergar ilusiones. Se terminó la cristalera superior y se acondicionaron las habitaciones pintándolas de alegres colores, se instaló un paritorio entonado en blanco y simplemente equipado con la cama de partos, una mesa, un lavabo y un armario para utensilios. A Elisabeth le daba mucho respeto entrar. “Yo cuidaré de los niños y tú, Fiorella, encárgate de los partos”. Fiorella se reía, sabía que su amiga era una mujer extraordinaria, a quien le encantaban los niños, aunque no podía ver la sangre ni aceptar el dolor. En cambio a ella le satisfacía más la parte clínica y no tanto la atención maternal hacia los bebés. La simbiosis entre ambas funcionaba a la perfección.

e. eidenbenz

Fragmento de Pingüinos en París

Había que bautizar las diferentes salas de la maternidad. A la sala de partos la llamarían “Marruecos”, tal vez por el miedo que sentían las republicanas frente a los moros de Franco… o frente al trance de parir. La de los recién nacidos Madrid y la de los lactantes, Barcelona. Otras salas llevarían nombres tan españoles como Bilbao, Santander, Sevilla o Zaragoza. Quedaba todo listo para recibir las primeras incorporaciones. Las mujeres de más treinta semanas de gestación y los niños de menos de cuatro meses de los campos más cercanos serían los inaugurales habitantes de la maternidad. Los primeros suministros de leche condensada, queso, conservas, azúcar y arroz, sin olvidar el chocolate, llegarían a punto, procedentes de Suiza y de las colectas de ayuda humanitaria. Los biberones y algunas medicinas ya estaban colocados en los estantes. La escuela de enfermería de la Cruz Roja suiza enviaría dos o tres voluntarias cada seis meses, que se añadirían a las que formaba Fiorella como ayudantes. Una mañana recibieron la visita de Hugo y Pietro.
– Amigas, venimos a despedirnos, tenemos que irnos.
– ¡Oh! Esperábamos teneros aquí el día de la inauguración – dijo Elisabeth.
– Nos hubiera gustado mucho estar presentes, pero Robert Capa nos ha reclamado como si fuésemos periodistas. La revista Vu nos ha avalado. De otro modo teníamos que incorporarnos a una compañía de trabajo.
– O a la Legión Extranjera – añadió Pietro.
– Sentimos perderos, sin embargo creemos que es lo mejor para vosotros.
– Ciertamente. Quiero traerme a Nicoletta a Francia. Tal vez si me instalo en París…
– Sería maravilloso que pudieseis estar de nuevo juntos.
– Sí, maravilloso…
Partieron Hugo y Pietro hacia la capital francesa con aquellos salvoconductos que los identificaban como periodistas, escapando de la posibilidad de terminar en una compañía de trabajo del ejército francés, en la legión extranjera, o devueltos a España donde les esperaban un consejo de guerra y el paredón. Marcharon con la doble amargura de tener que dejar a tantos amigos en aquella cárcel de sábulo y con la sensación de haber sido traicionados por Francia, patria de hombres e ideas sublimes y también de histriones y temerosos.

14088488_1133445760027379_2485001583666802810_n

Cristalera de la puerta de entrada de la Maternidad de Elna

Fragmento de Pingüinos en París

La maternidad seguía adelante. Las ayudas enviadas por los actores americanos, gracias a la gestión de Luise Rainer, permitieron terminar todas las obras pendientes. La pequeña Pepita cumplía dos meses, ella fue el primer nacido en el reformado palacete de Elna. Había llegado al mundo el día siete de diciembre y a ella le habían seguido, en apenas sesenta días, treinta niños más. Estaban ya terminadas media docena de nuevas habitaciones, esta vez los nombres eran más internacionales, como Polonia, París o Suiza. El ambiente era muy especial, eufórico. Las ayudas del exterior y la imaginación de enfermeras y colaboradoras hacían milagros. Las canastas de verduras servían de cunas, las camas de los niños mayores se fabricaban con maderas de embalar frutas y todas las madres colaboraban en las cocinas y en el mantenimiento. Aunque no daban abasto, Elisabeth y Fiorella se sentían tremendamente felices por tener la oportunidad de cambiar el destino de aquellos niños. En los jardines de la villa los más mayorcitos jugaban bajo el sol mediterráneo y sus madres olvidaban los cruentos momentos pasados en los campos de internamiento.
En aquellos primeros meses de 1940 apenas quedaban unos pocos millares de refugiados en Argelès, algunos en Gurs y unos tres mil en el Campo de castigo de Vernet, donde iban a parar los amotinados y rebeldes según el criterio de las autoridades francesas.

mater-17

Elna n-el-campo

C8Rl1xyXsAAUd46

mater-27

Elna. Fotos del llib

Fragmento de Pingüinos en París

Muchos de los 400.000 refugiados del éxodo republicano se encontraban
desperdigados por toda Francia y casi todos los hombres, de una manera u otra, la estaban defendiendo del inminente peligro de invasión. El jefe de gobierno Édouard Daladier, que había tildado a los refugiados de extranjeros indeseables, solicitaba ahora que dieran su esfuerzo y su vida para defender a la democracia, la suya.
Para la maternidad de Elna los temas políticos quedaban un tanto lejanos, allí era más importante la sonrisa de un niño que las estupideces de Daladier, hijo del panadero de Carpentras y que, a pesar de ser profesor de historia metido a político, no había aprendido nada de ella. Pronto Elisabeth y Fiorella acogían a nuevos niños además de los refugiados españoles, a los judíos franceses. Francia no hacía nada por defenderlos, pese a que cientos de miles de ellos, como soldados y oficiales del ejército francés, esperaban en aquel momento y en todas las fronteras el inminente ataque alemán…

2008-10-29_IMG_2008-10-22_01.12.23__46_1.jpg

Elisabeth-Eidenbenz

 

Fragmento de Pingüinos en París

… Esas leyes llegaron a todas partes de la Francia de Vichy y también al pequeño pueblo de Elna. La verdad era que las autoridades policiales y la administración no se tomaban la ordenanza muy a pecho, aparentemente la vida seguía igual. No obstante, a partir de mayo, todo tomó un giro dramático. La gendarmería y las autoridades colaboracionistas empezaron a practicar arrestos en masa y a entregar a miles de judíos a los alemanes. Más de 80 campos de internamiento cubrieron lo que había sido el territorio de una gran nación. Hombres, mujeres y niños fueron internados sin piedad.
En Elna, Fiorella y Elisabeth vivían la situación horrorizadas. La gendarmería arrestaba por doquier. Una mañana apareció una mujer con un pequeño de apenas dos meses en el brazo y un niño de cinco en la mano. Una de las enfermeras avisó a Fiorella.
Hay una mujer que pide ayuda, lleva dos niños.
– Bien, hazla pasar.
– Verás, viene de Perpignan… dicen que es judía.
– ¿Y qué inconveniente hay?
– Las autoridades…
– ¿Qué autoridades?, ya sabes que en la maternidad no distinguimos de razas o confesiones, aquí todos son niños.
La madre y los dos pequeños se quedaron en la casa. Al día siguiente apareció una parturienta y aquella misma mañana dos madres con lactantes. Elisabeth y Fiorella no tardaron en percatarse de lo que se les venía encima.
– Si corre la voz de que aquí les damos refugio, va a ser un continuo
desfile – dijo Elisabeth.
– Antes de que los deporten o les internen, mejor que se queden aquí.
– Puede haber complicaciones… de las que nos gustan.
A partir de entonces la maternidad de Elna acogió a las prófugas entre sus muros. Y como era de prever pronto aparecieron un par de oficiales de la Gendarmerie para averiguar lo qué estaba sucediendo en el palacete. Les recibió el bullicio de una treintena de niños jugando en el jardín y el tornasol de los uniformes blancos de las enfermeras que entraban y salían de Marruecos, Barcelona o Madrid. Los agentes sintieron vergüenza de su delatora misión. Elisabeth, un tanto asustada, le pidió a Fiorella que les recibiera. La siciliana les hizo esperar más de veinte minutos, al cabo de los cuales salió de Marruecos para entrar en el recibidor donde esperaban los dos hombres. Su aspecto, con el pelo revuelto, el delantal manchado de sangre y la camisa arremangada hasta los codos no podía ocultar su belleza… 

1489868588_356104_1489868963_sumario_normal_recorte1

Foto de madres de Elna, la segunda por la izquierda es Conxita Vila (foto de El País)

1350763317548barba

Foto de Sergio Barba en brazos de una enfermera en una de las ventanas de la Maternidad de Elna. (Foto de S.Barba)

 

Fragmento de Pingüinos en París

En la Maternidad de Elna, Elisabeth y Fiorella continuaban con su labor. Para ambas mujeres lo primordial era salvar las vidas de los niños y de sus madres, sin importarles ni la procedencia, ni la nacionalidad, ni la raza de las gestantes. Hasta entonces, y gracias a la determinación de Fiorella, las autoridades se habían mantenido
bastante alejadas del palacete. No obstante, la visita de aquella mañana sería distinta. Los funcionarios franceses llegaron acompañados de un par de oficiales de las SS y de varios soldados. Permanecieron de pie en el amplio e iluminado recibidor hasta que aparecieron la maestra suiza y la matrona italiana.
– Señoras – dijo el capitán al mando en un perfecto francés. Nos consta que en esta maternidad se acogen enemigos de las autoridades de ocupación.
Elisabeth Eidenbenz mudó el color y quedó callada. Fiorella intentó permanecer tranquila, sabía que aquellos tipos, como sus perros, olían el miedo. El oficial prosiguió.
– Deben entregarnos a todas las madres y niños sionistas para su deportación a lugares de reeducación.
Se hizo un profundo silencio. Habían esperado aquel momento jugando con la buena suerte y con cierta permisividad de las autoridades locales. Ahora tenían frente a ellas a individuos convencidos de su “misión” y de poco servían subterfugios. Durante aquellos casi cuatro años Fiorella se había convertido en la portavoz de la maternidad en los momentos difíciles y fue ella la que tomó la palabra.
– Capitán, no quiero ocultarle que, en contadas ocasiones y únicamente
por motivos humanitarios, hemos albergado algunas madres judías. Siempre el menor tiempo posible – mintió Fiorella, con tal convencimiento y tranquilidad que parecía preparado para aquel momento. No obstante – prosiguió con el mismo aplomo–, después de las decisiones de las autoridades el pasado julio, nos deshicimos de todas esas personas.
– ¿Podríamos comprobar su registros, madame?
– Por supuesto, capitán. Fiorella hizo un gesto para que una de las enfermeras le trajera un libro con la lista de residentes.
– Aquí están los niños nacidos en este último año.
– ¿Todos?
– Todos. Anotada la fecha de nacimiento y el nombre de pila.
– ¿Y los apellidos, la nacionalidad, el tipo de culto?
– ¿Para qué conocerlos? La miseria no tiene patria ni religión. Esto no es un registro burocrático ni estadístico, es una maternidad. Una vez cumplen un tiempo de estancia abandonan la casa – dijo Fiorella, asombrada de su propia serenidad.
El oficial alemán la miró desafiante. Fiorella mantuvo su mirada y pudo verse reflejada en la retina de su interlocutor, se sentía poseedora de una fuerza interior que la protegía de la intimidación de los SS. Ninguno de los dos tenía intención de arrugarse y por un instante, el nazi sintió algo parecido a la admiración cuando comprobó que ni su uniforme ni su feroz pose intimidaban a la joven. Ojeó la documentación que le habían entregado.
– Pepe, Anselmo, Antonio…, Carmen, Macarena. ¿Qué nombres son estos?
– Nombres españoles… y franceses – contestó Fiorella para aumentar
la confusión de los alemanes. Elisabeth permanecía callada en la tensa espera de un estallido verbal por parte de los SS. Algunas madres y enfermeras se asomaban disimuladamente al amplio recibidor tratando de adivinar en las expresiones de “la señora Isabel”, como llamaban a su benefactora suiza, el resultado de aquel combate verbal.
– A partir de hoy, cualquier nuevo ingreso deberá ser comunicado a las autoridades con el nombre, apellido y procedencia de los padres.
– Así lo haremos, capitán.
– Cualquier irregularidad conllevará al cierre del establecimiento.
¿Está claro?
– Muy claro.

mares-delna

Madres conversando en Elna.

 

Fragmento de Pingüinos en París

… En aquel momento regresaron los niños que estaban jugando en el jardín. Frases infantiles en francés, español y también en alemán resonaron en el espacio casi circular del amplio vestíbulo. Algunas madres les llamaban amorosamente al orden,reprendiendo a Pedrito comiéndose la erre o a llamando a Macarena imprimiendo una k tan fonética que cualquier andaluz se hubiese partido de risa. Allí estaban todos, sanos y libres, bajo el manto protector de la maternidad que fundara Elisabeth, traídos a este mundo y defendidos con uñas y dientes por Fiorella, cada vez más feliz con su cometido.
– Se acerca la Navidad – dijo Fiorella, tratando de eliminar todo vestigio del dramatismo vivido.
– Cierto. ¿Recuerdas aquella Navidad en España?
– Cómo voy a olvidarla, el caso es que esta será mejor, podemos compartirla con nuestros niños. ¿Tienes todavía la grabación de Pau Casals?
– Claro, querida, la conservaré toda mi vida.
Un par de enfermeras llevaron a los críos al comedor y las madres se disponían a ayudarles durante su comida. Los coches nazis habían ya desaparecido por la carretera que conducía a Elna. Una de las mujeres se puso de parto difícil.
– Preparadlo todo – dijo Fiorella –. Hoy toca milagro.

mater-21

eli2

 

Fragmento de Pingüinos en París

Un par de horas antes de que el sol despuntara, apareció uno de los gendarmes montado en bicicleta. Iba de paisano y parecía tener mucha prisa; derrapó en las piedrecitas del jardín y dejó la bicicleta tirada en el suelo sin molestarse a levantarla. Se dirigió corriendo a la puerta del caserón y, sin utilizar el timbre, golpeó con precaución en el portalón. Como siempre ocurría en estos casos de visita policial fue Fiorella quien bajó a recibirle.
– Por Dios, Pierre… qué horas son estas, dijo abriendo el portón y sujetándose la bata a la altura del pecho con la mano izquierda.
– Fiorella, dentro de un par de horas vendrán los de las SS, no se trata de una visita de cortesía, esta vez vienen a clausurar la maternidad y a llevarse a todos los judíos. Créeme, hoy no servirán de nada tus argucias, tienen órdenes de arriba.
Fiorella agradeció al gendarme su aviso y corrió a contárselo a Elisabeth.
– Tienes que marcharte con las mujeres y los niños judíos. Yo me quedaré con las francesas para recibirlos y tratar de que no cierren el establecimiento.
– No, Fiorella, tú tienes más coraje que yo, debes ser tú quién saque a esta gente. Yo, como responsable, esperaré a los alemanes. Ahora mismo llamaré a la embajada Suiza para ponerlos al corriente.
Reunieron a las madres y a los niños. Todas las que podían ser identificadas como judías, que era la mayoría, se prepararon para un nuevo éxodo antes de que llegaran los alemanes. Cogieron lo indispensable y salieron al camino que conducía a Elna. Por fortuna todavía no había amanecido. Era un grupo de más de cuarenta personas entre madres e infantes, demasiados para pasar desapercibidos.
Decidieron alejarse por caminos distintos. Quedaban media docena de pequeños huérfanos o de padres desaparecidos. Fiorella cogió algo de comida, dinero y el viejo Renault que utilizaban en la maternidad; subió a los niños, se despidió de la enfermeras y, después de besar a Elisabeth con mucha ternura, tomó la carretera rumbo a la costa.
Apenas media hora después llegaron cuatro vehículos militares con la cruz gamada y desplegaron dos docenas de SS alrededor de la casa. El capitán alemán preguntó por Fiorella.
– Hace dos días que se fue, tenía asuntos que resolver – respondió Elisabeth.
– Bien, debo comunicarle que este lugar queda clausurado por orden de las fuerzas de ocupación alemanas y todos los judíos deberán ser conducidos a un campo de trabajo.
– No tenemos hebreos en Elna. Ya se lo dijo Fiorella en su última visita, solo refugiados franceses.
– Eso lo veremos – exclamó altanero el capitán, mientras su expresión se tornaba dura y su rictus acre.
Congregaron en el recibidor al resto de madres con los niños y el personal de la maternidad. Mostraron sus documentos de identidad avalados por los cuños del gobierno de Vichy. Uno a uno fueron revisados y algunas madres separadas del grupo y conducidas con sus hijos a uno de los vehículos alemanes. La frustración de los SS era evidente, aquel reducido grupo no era toda la población habitual de Elna. Se sentían burlados. Por fortuna sonó el teléfono, era el aviso de la conferencia con la embajada suiza en París solicitada por Elisabeth. Cogió el teléfono y expuso a su embajador  lo que estaba sucediendo, lo hizo en alemán para que el oficial entendiera de lo que estaban hablando. Al finalizar pasó el aparato al capitán. “El embajador quiere hablar con usted”, dijo.
El oficial cogió el teléfono con rabia y escuchó cómo desde el otro lado del auricular el diplomático suizo le hablaba de neutralidad, de la Cruz Roja suiza y de la intervención de Jacob Burckhardt, un directivo suizo de la Cruz Roja y persona muy influyente en los círculos gubernamentales del Reich. El capitán atendió durante algunos minutos las explicaciones del canciller.
– No se preocupe herr Albert, su compatriota será tratada con todo respeto – colgó el teléfono, giró sobre sus talones.
– Tienen ustedes veinticuatro horas para abandonar la maternidad.
Mañana será cerrada y clausurada indefinidamente. Le extenderemos un salvoconducto para que pueda regresar a Suiza – dijo.
– ¿Y las demás? – dijo Elisabeth.
– Podrán desplazarse libremente y serán responsabilidad de las autoridades del lugar a donde se trasladen. En cuanto a sus enfermeras y personal, quedarán a disposición de la Gendarmerie de Elna. Abandonaron el edificio de la maternidad advirtiendo que regresarían al día siguiente para clausurar los accesos y detendrían a cualquiera que continuase en la residencia. Elisabeth preparó su maleta mientras las lágrimas resbalaban por su rostro. Miró aquellas paredes entre las que tantos niños habían venido al mundo y guardó entre sus cosas el disco de Pau Casals…

maternidad-elna2

maternidad-elna

mujeres con ñiños en la maternidad. jpg

La liberación de Écouché en Pingüinos en París

La Nueve desembarcó en las playas de Normandía a primeros de agosto de 1944. Antes de su famosa liberación de París, intervino en varias acciones. La más sangrienta de las que precedieron a la llegada a la capital fue la conquista de la ciudad Écouché o Ecouché,  en la región de la Basse-Normandie, y su posterior y heroica defensa  de los contraataques alemanes. En estos combates  La Nueve tuvo varias bajas. Todos estos hechos, ocurridos a partir del 13 agosto de 1944, se cuentan en mi novela.

desemcarco grande

La División Leclerc poco después del desembarco.

7dd5596adb18202ee2026729cca42a55

La División Leclerc avanzando por tierras normandas.

Fragmento de Pingüinos en París

El bochorno anunciaba tormenta; presentían a los blindados alemanes
y a la artillería ligera camuflada entre las casas del pueblo. “No les vemos pero les olemos”, bromeaban los atacantes. Desde la zona boscosa de Écouves, podía apreciarse el campanario de la abadía de Écouché, los half – track se detuvieron para preparar el asalto a la ciudad, avanzaron hasta una granja rodeada por una protectora
arboleda, el ruido de las orugas alertó a los granjeros que se asomaron imprudentes, levantaron sus manos y empezaron a gritar vivas a la Francia Libre. La Nueve se convirtió en la punta de lanza del ataque, llegó la primera a los arrabales del sur de la población y ocupó la oficina de correos; aparecieron varios blindados alemanes, los hombres de la primera y segunda sección saltaron de sus vehículos y  se enfrentaron a los Panzer. Eran como dioses mitológicos y como Aquiles se sentían invulnerables. Los nombres de aquellas ya lejanas derrotas de Teruel, Madrid o el Ebro, lucían en sus semiorugas, pero ahora las fuerzas estaban equilibradas. Luchaban por el futuro y también por el pasado. Un grupo de las Waffen SS trató de escapar protegidos por un par de Panthers. La tercera sección de La Nueve fue tras ellos. Los blindados alemanes abrieron fuego en un intento de detener a los hombres de Hugo y de Campos, todo fue inútil para los nazis; hacía demasiado tiempo que los españoles esperaban esta batalla, frente a frente, con material parejo, aunque con empuje bien distinto: el que deja el recuerdo de una patria destruida.
Voló uno de los Panther como alcanzado por un rayo y eso había sido, un relámpago vengador. Al otro le reventaron las cadenas y chirrió como un animal agonizante, un bazooka le había alcanzado, el retroceso del arma tumbó al artillero, que pensó que valía la pena el culetazo por ver saltar por los aires al carro alemán. La población quedó franca y la división se enseñoreó de las calles y de las plazas. Había sido más rápido de lo que pensaban. Amado Granell había arrebatado a los alemanes un automóvil Tatra 57 K un vehículo militar preparado para transportar mandos de las SS. A partir de aquel momento lo convirtió en su “jeep” de mando, haciéndole trotar por los campos de batalla.
Los alemanes no se resignaron a perder Écouché y enviaron a la 2ª y 9ª Panzer División para reconquistar la ciudad a sangre yfuego. Durante cuatro largos días la división francesa resistió sin descanso los ataques alemanes por tierra y por aire. Una mañana percibieron el rugir de los motores de la aviación. Miraron al cielo, no para rezar, sino tratando de distinguir si eran amigos o enemigos.
Pronto comprobaron que eran estadounidenses, sin embargo no fue ninguna garantía. Los aviones empezaron a ametrallar a las tropas francesas, un par aparatos P-51 la tomaron con La Nueve. Martín Garcés advirtió del peligro:
– ¡A cubierto!
– Esos cabrones nos tratan de machacar – dijo Luis Royo.
– Voy a darles una lección – exclamó David – sorprendiendo a todos preparando su ametralladora –. Me importa un huevo que sean aliados.
– Alto David, déjame a mí – dijo Amado Granell.
Salió al centro del camino donde los Mustag P-51 iniciaban otra pasada y esgrimió una bandera francesa con el consiguiente riesgo de ser ametrallado. El piloto del primero de los aparatos vio la enseña francesa y el uniforme americano, levantó el pulgar de su disparador e inició el ascenso. Granell extendió un panel con el nombre de la división y se quedó allí de pie. El otro aparato remontó el vuelo en pos de su jefe de escuadrilla. Los hombres de la compañía irrumpieron en vivas.

Avranches

 

La columna Leclerc en Avranches, camino de Écouché

 

Fragmento de Pingüinos en París

El día 15 La Nueve fue cañoneada por los alemanes y por los propios americanos, la falta de puntería de los artilleros de uno y otro bando les salvó. Sin embargo, los torpes cañonazos alcanzaron a varios soldados franceses, una sombra vestida de sacerdote apareció entre las ruinas y cargó con uno de los heridos. El cura del pueblo, el abad Verget, un joven capellán de extraordinario valor, se jugaba la vida desde el mismo día de la llegada de los divisionarios a Écouché, retirando los heridos y llevándolos a la sacristía para que fueran atendidos. Durante las noches enterraba cristianamente a los muertos. Los soldados le veían atravesar una calle batida por el fuego enemigo para rescatar a un herido y cargárselo al hombro hasta la iglesia. Los ataques de aquella jornada llevaron a varios miembros de la compañía a refugiarse en el templo. El joven cura no dejaba de salir de los muros protectores de la abadía para seguir con su encomiable labor de ayuda. Su actitud levantó la admiración de la compañía, incluso de aquellos libertarios de reconocido ateísmo.
– Ojalá hubiésemos tenido curas como ese en España. Me cae bien ese tío – dijo el “Mejicano”.
– Los teníamos, pero no les dejamos demostrarlo – contestó Belmonte,
el asturiano de Ibas.
Hubo risas generales, no obstante todos sabían que Belmonte tenía algo de razón. Aquella noche, después de pelear todo el día, quisieron celebrar el estar vivos. Habían llegado hacía ya dos semanas y seguían completos y muy satisfechos de sus acciones. Los rostros cansados no podían ocultar la satisfacción. El “Ay Carmela” sonó fuerte y claro por el cielo de Écouché. Era un homenaje a ellos mismos, a otra batalla en otro río distinto al Sarthe.
A la mañana siguiente, los alemanes penetraron por algunos puntos de la ciudad. La situación se tornó complicada; la división estaba rodeada. Dronne sabía que su compañía no podría aguantar nuevos ataques al sector. Se reunió con Granell, Hugo, Elías, Montoya y Campos. Entre todos consideraron que lo mejor sería contraatacar y tratar de sorprender al enemigo. El capitán decidió hacer el asalto a pie, protegidos por fuego de morteros. Granell y Hugo expusieron sus dudas, preferían rodear a los alemanes y someterlos al fuego cruzado. Al final se impuso la opinión de Dronne. El capitán trataba de ponerse a la altura del golpe de mano al castillo o a la actitud heroica de Granell. Él mismo dirigiría el ataque frontal. Hombres de las tres secciones se prepararon para el asalto en grupos de dos o tres con ametralladoras y las suficientes bombas de mano para organizar una buena fiesta. Avanzaron con precaución, los hermanos Pujol iban juntos. Constantino Pujol lanzó un par de granadas sobre la infantería alemana, Fermín hizo lo propio. De la nada surgió un Tiger alemán y ametralló a los dos hombres, las ráfagas barrieron el camino y alcanzaron a ambos en la cabeza. Constantino cayó rodando por la vaguada y Fermín quedó en posición fetal sobre el terreno. Sus compañeros lanzaron granadas y dispararon furiosos sus ametralladoras para cubrirles. Los alemanes respondieron al ataque. Luis del Águila y Poreski fueron abatidos y varios más heridos. Granell y Hugo al mando de media docena de half – track se abrieron a derecha e izquierda, su furioso ataque acabó con siete blindados enemigos. Vinagre y Belmonte cargados con un bazooka hicieron saltar las cadenas de otro de los tanques, sus servidores salieron por la torreta y recibieron una lluvia de balas que los barrió. Cariño López, el mejor artillero de toda la división, no paró de disparar su cañón antitanque y otros cinco carros de combate alemanes fueron destruidos por el gallego. El audaz y eficaz ataque permitió a la compañía retirarse de nuevo al pueblo. Los alemanes recibieron un grave castigo, sin embargo, Écouché seguía rodeado. Media docena de españoles perecieron durante los asaltos y nueve fueron gravemente heridos. Eran las primeras bajas de La Nueve.

Un par de días después persistían los duros combates. La artillería
enemiga no cesaba de enviar regalos envenenados. Llegó un momento de tregua, el enemigo parecía detener sus ataques. Los hombres de la compañía se tumbaron mirando al cielo, agotados por el esfuerzo. Luis Royo aprovechó el respiro para dictarle a Fábregas una carta para su amiga inglesa de Hull, Jenny Farrow. Sentados
sobre una piedra de un prado de Écouché, Fábregas escribía en el idioma de Shakespeare lo que Luis le dictaba en catalán. Todo permanecía tranquilo. Los demás se dispusieron a abrir algunas latas y en aquel momento ¡oh milagro!, apareció una campesina francesa con una gran olla de guiso. Los vapores del estofado elevaron su aroma culinario que llegó dulzón hasta las pituitarias del grupo.
La maravilla se confirmó cuando la mujer les dijo que era para ellos. Armados con sus cucharas degustaron el guiso de patatas y cordero con sabor a comida casera recién hecha y dejaron de lado parte de sus raciones K. Se relamían de gusto, recordando otros estofados de sus hogares. Llegó el teniente Elías. “Habéis dejado un par de ametralladoras por ahí tiradas”, dijo, mientras llenaba su escudilla. Manuel Fernández, Belmonte, se levantó, entre las risas de sus compañeros y, sin soltar la cuchara, anduvo los pocos metros que le separan del armamento, el lugar olía a manzanas como los bosques asturianos… y a estofado. De repente sonó un estallido y un proyectil enemigo lo derribó de un golpe seco. Lo trasladaron al mismo hospital donde estaban los heridos del combate del día anterior, alguien guardó su cuchara.

4 Batalla d'Ecouche_ tinent granell

Granell – con  prismáticos – en la toma de Écouché.

con el coronel Langlade

Raymond Dronne, junto al coronel Lecglade, preparando un ataque.

Resultado de imagen de ecouche 1944

Tanque Sherman en las afueras de Écouché.

Fragmento de Pingüinos en París

De regreso al campamento sus compañeros tuvieron una gran sorpresa. La compañía había decidido ir a misa al día siguiente.
– ¿A misa? – preguntó Manuel Lozano, cenetista e hijo de un barbero anarquista de Cádiz.
– Pues sí, invitación personal del abad. Celebra un funeral por todos
nuestros caídos en Écouché. No podemos decirle que no – dijo Luis Royo, también hijo de un anarquista, pero que había estudiado en los salesianos de Barcelona.
Nadie pudo ni quiso rebatir los argumentos a favor que esgrimió Martín Garcés, libertario y agnóstico hasta la médula, pero muy respetuoso con los gestos de valor y con la Virgen del Pilar, como buen aragonés. Sabían de la heroicidad de Verget y poco importaba si llevaba sotana o uniforme. Se hizo la misa en memoria de los compañeros muertos y a la que asistió toda la compañía, salvo los que estaban de guardia. Fue conmovedor: olía a incienso, a cenizas y a madera de pino de los ataúdes. Al terminar Verget se lamentó de que la imagen del Sagrado Corazón que presidía el altar había sido hecha añicos por las bombas alemanas. Alguien tuvo la idea de recoger dinero para que el valiente cura tuviese de nuevo el icono. Uno tras otro entregaron su contribución a los colectores. Luego, le dieron el peculio recogido a Dronne, quien se lo entregó al sacerdote.
Écouché tendría de nuevo su Sagrado Corazón gracias a unos republicanos españoles, algunos de demostrado ideario anarquista y socialista. El valor y la nobleza, como la amistad, residen en muchos corazones y están por encima de ideas y creencias. Los españoles fueron enterrados en el cementerio de la abadía con la bandera republicana por la que tanto habían luchado y bendecidos por el abad de aquel lugar por el que habían dado su vida.

 

Resultado de imagen de iglesia de ecouche

Las tumbas de los caídos en Écouché. Foto de un artículo de Eduardo Pons Prades.

20597248_1359186897531451_8912434649754622991_n

El SAGRADO CORAZÓN «ANARQUISTA» DE ÉCOUCHÉ. A la derecha los nombres de los caídos en la liberación de la ciudad, con los seis componentes de La Nueve. Foto de Joan Ramón http://excursionsdeljoanramon.blogspot.com.es/2015/09/normandia-6-ecouche.html. Gracias.

Ecouche

Resistentes franceses celebrando la liberación de Écouché.

Tropas británicas llegan a la ciudad.  Foto Alamy.Resultado de imagen de ecouche 1944

Resultado de imagen de ecouche 1944

Prisioneros alemanes de Écouché.

55de312029bd4b69d3a5a1463df669fd

El general Leclerc en Écouché.

 

 

Vídeo del Ejército de los Estados Unidos  de la toma Écouché por la 2DB Blindada – La División Leclerc -. Podréis ver a Amado Granell (minuto 4) y a los de La Nueve.

Publication date 1944-08-15

La 501 en Écouché