Francisco Alonso, un héroe de la Nueve

Hace unas semanas se puso en contacto conmigo Juan Ramírez Alonso, nieto del soldado de la Nueve Francisco Alonso Arenal, conocido como Francisco Alonso, Alonzo, Fernández Alonso o Alonso Arenas, según el documento o citación del Ejército francés que se consulte.

Juan me comentó que apenas hacía un año y por unos documentos que encontró en casa, había descubierto quién era su abuelo. Al parecer, Francisco nunca había contado a la familia sus aventuras y desventuras durante la Guerra Civil española y la Segunda Guerra Mundial, tal vez porque fue uno de los pocos combatientes de La Nueve que regresó a la España franquista. Juan empezó una concienzuda investigación para descubrir los avatares de su ancestro consultando en todas las fuentes posibles, incluida esta página. Puestos en contacto, le sugerí que redactara una biografía de su abuelo para incluirla en Pingüinos y ponerla a vuestra disposición. El texto tiene gran importancia histórica para quienes seguimos y nos interesan los hechos de La Nueve.

Paco Alonso Arenal

Francisco Alonso Arenal, Paco para todos aquellos que tuvimos el privilegio de conocerlo, nació en
la primavera de 1911, concretamente el 2 de mayo a las 6am en el pequeño pueblo de Montecillo,
perteneciente a la Merindad de Montija, provincia de Burgos. Hijo de Pedro Alonso, natural de Para
y de Tomasa Arenal, nacida en Montecillo.

De su primera etapa en tierras burgalesas sabemos poco, fue el menor de cinco hermanos (Federico,
Maria Consuelo, Prudencia y Balbina). Durante su infancia y hasta los 9 años se crio entre su pueblo de nacimiento y Quintana de los Prados pasando posteriormente temporadas en Valmaseda donde
tenía familia, y en Madrid hasta su llamada a filas en 1932, cumpliendo el servicio militar en Ceuta.
Establecido a su regreso en Carabanchel Bajo, por aquella época municipio independiente de Madrid, trabajó como vaquero. Estallada la Guerra Civil el 18 de julio de 1936, fue llamado a filas en octubre
de ese mismo año. Integrado como soldado de la 33 Brigada Mixta participó en la defensa de la capital en los sectores de Valdemorillo, Jarama y en la sierra norte madrileña hasta la primavera de 1938,
fecha en la cual, su brigada, encuadrada en la 3a División del Ejército Republicano fue enviada para apoyar la ofensiva republicana del Ebro.

Francisco en Ceuta 1932 (Foto propiedad familiar)

Ya en la batalla más cruenta de la guerra, el 25 de junio cruzó el rio, ocupando con éxito el pueblo
de Flix, en Tarragona y continuando hasta Villalva de los Arcos, donde tras durísimos combates
contra el Ejercito sublevado, la 33 Brigada Mixta tuvo que ser relevada a retaguardia debido a las
fuertes pérdidas sufridas.
Vuelta al frente el 22 de agosto, siguió combatiendo hasta el final de la batalla. Derrotado el ejercito
republicano en el Ebro y pasando a la retirada hacia Cataluña, la 33BM tuvo el cometido de retener
en lo posible el avance de las columnas franquistas hasta que fue superada el día 15 de enero,
momento en el que la resistencia republicana colapsó. El 4 de Febrero de 1939 la Brigada se
autodisolvió y cruzo la frontera Francesa.
Por los actos de valor en la campaña, Francisco recibió la Medalla de la Segunda Guerra de la
Independencia el 15 de enero de 1939.
Tras su paso por campos de refugiados en Francia regresa a España al término de la guerra civil,
momento en el cual es apresado e internado en el Campo de Concentración de Miranda de Ebro, y
desde allí enviado al Batallón de Trabajadores Soldados número 64 en el municipio navarro de
Maya el 13 de Agosto de 1939.
Obligado a realizar trabajos forzado para la construcción de fortificaciones militares en el Pirineo
Navarro, con condiciones propias de un campo de concentración, con falta de alimentos e higiene
y sometidos a castigos físicos que empeoraron más, aun si cabe, el 12/03/1940, cuando fue arrestado
junto con un compañero de barracón, Ángel Oliva Pozal, acusados de la sustracción de artículos de
primera necesidad del almacén del campamento.
Trasladado a otra compañía como castigo, Francisco junto con su compañero, escapó del campo de
concentración en la noche del 7 de mayo de 1940, consiguiendo cruzar la frontera Francesa. Hecho
por lo que fueron condenados en rebeldía por el Tribunal Militar de San Sebastián el 12/05/1941.

Ya en el país vecino donde fue internado en el Campo de Gurs, el día 05 de Junio, ante la
imposibilidad de volver a su hogar, las duras condiciones del campo y su deseo de continuar la
lucha comenzada 4 años antes, Francisco decidió alistarse en la Legión Francesa, embarcando el
20/06/1940 destino a Argelia, donde desembarco en Oran 4 días después.
Ya en Argelia estuvo acuartelado en Sidi Bel Abbes hasta el 16/8/41 donde partió rumbo a
Casablanca, formando parte de la 4 Brigada de Marcha de la Legión Extranjera, puerto desde el cual
embarcaría hacia Senegal días más tarde y donde estuvo hasta el 7/3/1943.
Comenzada la Campaña de Túnez, su unidad fue enviada al frente, participando en las batallas de
Pont du Fahs y Zaghouan.
El 28/6/143, se presentó como voluntario con un contrato por la duración de la guerra en el Cuerpo
Franco de África en Argel bajo el nombre de FERNANDEZ ALONSO afectado al 3er Batallón del
CFA. Llegado al Cuerpo como soldado de 2a clase hasta el día 20/5/1944, cuando después de un
largo proceso de adiestramiento embarco rumbo a Gourock (Escocia), Reino Unido

Llegados a este punto, todos conocemos las gestas de la famosa NUEVE. Francisco, encuadrado en la Tercera Sección dirigida por Miguel Campos y tirador de la ametralladora de calibre 0,50 del semioruga Amiral Buiza, desembarco en Normandía el 4 de agosto y después de diversos combates llego a Paris el 24/08/1944.
Después de la liberación de la capital Francesa, la guerra continuó para él y sus compañeros de La Nueve. Resultó herido en el brazo izquierdo por metralla de obús el 31 de octubre de 1944 en la toma de Hablainville. Citado a la orden del Regimiento, fue condecorado con la Cruz de Guerra con Estrella de Bronce:

ALONZO Arenas 3 eme Section 2 eme Classe Tireur mitrailleuse de 50 HT M9 «Amiral Buiza» nº 406101 à treuil Blessé le 31/10/1944 Hablainville Citation à l’Ordre du Régiment Croix de Guerre avec Etoile de Bronze Alonzo Arenas . Eme Classe » Mitrailleur de 50 , combatif et expérimenté . A été blessé par éclat d’obus le 31 Octobre 1944 devant Hablainville .»


En junio de 1945 y ya acabada la guerra en Europa, decidió seguir a Leclerc que había formando
una unidad de voluntarios para continuar la guerra contra Japón en el Pacifico, pero la rendición de
los japoneses en agosto y los problema surgidos en la colonia de asiática hicieron que se dirigiera a
Indochina. Llegando a Saigón el 15/10/1945 a bordo del Ville Strasbourg
Nada más llegar comenzaron los combates para romper el cerco de Saigón, siendo herido en la pierna derecha durante una patrulla en My-Tho. Citado a la orden de la Brigada, orden 86:

«Experimentado soldado, valeroso, tranquilo y disciplinado. El 12/11/1945, durante una
operación en lancha en el canal de Lacombe, a dirigido su
ametralladora, a pesar de un fuego intenso, un tiro preciso y eficaz
sobre una embarcación rebelde, siendo herido en su puesto de combate»


Por estos hechos fue condecorado con una segunda Cruz de Guerra con Estrella de Bronce. Recuperado de sus heridas fue enviado al norte junto con la mayoría del Grupo de Marcha entrando en Hanoi en la
mañana del 18/03/1946, donde permaneció hasta el relevo de la unidad y su regreso a Francia en octubre.

Francisco en Estrasburgo 1947

A su regreso a tierras galas trabajo para el Service de Deminage en Paris, como guardián de los
prisioneros de guerra que se utilizaban en la desactivación de explosivos, hasta la disolución del
cuerpo en septiembre de 1947. Ese mismo año y gracias a una amnistía decretada para exiliados,
pudo conseguir el pasaporte español y cruzar la frontera de la Junquera el 14/10/1947, llegando a
Madrid dos días después.
Afincado nuevamente en Carabanchel, donde residiría el resto de sus días, contrajo matrimonio con
Amelia Encabo (1922-1984) y fruto de dicho enlace tuvo dos hijas, Amelia (1950-1981) y Pilar
(1953-2023). Trabajo durante su vida laboral en la vaquería familiar hasta su jubilación en 1974,
falleciendo en julio de 2001 a los 90 años

Juan Ramírez Alonso
Nieto de Francisco Alonso

Como veis, Francisco, fue también uno de los últimos de La Nueve.

Además de las fotos que nos incluye Juan, en esta web aparecen otras relacionadas con Paco y que os incluyo:

EL Amiral Buiza con la bandera republicana

Curiosidad: El Almiral Buiza aparece en algunas publicaciones erróneamente «tuneado» como el Teruel

Foto de varios componentes de La Nueve. En la segunda fila aparece Alonso a la derecha.

Otra foto de la misma serie. Alonso destacado en el extremo derecha.

El Amiral Buiza por las calles de París. No se puede localizar con certeza quién es Paco, pero era uno de sus ocupantes.

Algunas frases de Pingüinos en París

La novela tiene muchas frases especiales que pronuncian sus protagonistas. Os incluyo algunas de ellas.

Uno tiene que comprometerse, de nada vale la aceptación o la crítica pasiva.

 Los pueblos avanzan con la velocidad que les imprimen sus hombres.

 Nunca hubo gestas desde la indiferencia o el conformismo.

Los paisajes suelen parecerse a la personas; los hay brumosos, melancólicos, brillantes, apagados, alegres, pintorescos o grises.

El miedo empequeñece los corazones y los vuelve miserables.

Al miedo o se le vence o se le esconde.

El poder tiene siete cabezas como los dragones perversos.

Sentirse libre es no verse amenazado.

LA NOCHE DE LOS CRISTALES ROTOS

EN LA NOCHE DEL 10 AL 11 DE NOVIEMBRE DE 1938 SE SUCEDIERON EN CIUDADES DE ALEMANIA Y AUSTRIA UNA SERIE DE ASALTOS CONTRA SINAGOGAS, ESTABLECIMIENTOS Y CIUDADANOS JUDÍOS POR PARTE DE LAS SA, TROPAS DE ASALTO DEL HITLERIANAS Y MILITANTES DE IDEOLOGÍA NAZI.

LA LLAMADA Kristallnacht

​LA LLAMADA KRISTALLNACHT FUE UN PROGROMO DESEADO POR LOS NAZIS Y QUE SE RELATA EN LA NOVELA PINGÜINOS EN PARÍS, ASÍ COMO SU INICIO.QUE SERVIRÍA DE ESCUSA A LOS NAZIS.

La historia de Herschel Grynszpan, un judío polaco de nacionalidad alemana y su relación amorosa con un funcionario de la embajada alemana en París, llamado Vom Rath y su posterior asesinato a manos de Grynszpan se cuentan en la novela.

Herschel Grynszpan, detenido después del atentado contra Vom Rath

En esta misma página he contado lo pormenores de la terrible noche y los hechos que condujeron a ella, podéis ampliar datos en los siguientes enlaces.

Pingüinos en París, una novela de un tiempo.

 

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Aunque mi novela «Pingüinos en París» pasa por ser una novela que describe tiempos de guerra y termina con un hecho histórico – la liberación de París – que permaneció en su realidad demasiado tiempo oculto, lo cierto es que trata de ser una novela de personajes, de sentimientos y vivencias que sorprenderán al lector.

Es cierto que se desarrolla en un momento apasionante y conflictivo para la Humanidad y que la Guerra Civil y la II Guerra Mundial son el escenario prioritario donde las actrices y actores del libro encuentran o pierden lo mejor de sus existencias.

Sin embargo, Pingüinos en París, es básicamente  un compendio de historias individuales, amores, canciones, fotografías, lugares, situaciones y sentimientos dentro de un contexto histórico. Su lectura conseguirá fundirnos con los personajes y vivir sus perspectivas y condicionantes como si de las nuestras se tratara.  Seremos, Hugo, Nicoletta, David, Fiorella, Robert, Gerda… o cualquiera de ellos entrelazados por el milagro de las palabras. Veremos sus rostros, oiremos sus canciones, abrazaremos sus cuerpos y tendremos sus dudas y pensamientos en lugares como La Toscana, Barcelona, Madrid, Teruel, Livorno, Roma, San Giovanni o Pocklington… incluso dispararemos con ellos en las calles de París.

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Algunos de su personajes, sin dejar de ser como son, se han rebelado en boca de sus hijos y nietos y he procurado trasmitirles el porqué elegí a sus ancestros como cómplices de mi libro. Así los familiares me han ayudado, comentado e interesado por esa nueva vida de sus deudos. En esta página podéis encontrar comentarios, fotos, pregunta y correcciones de algunos de ellos. Porque los personajes de Pingüinos en París siguen vivos en muchas memorias.

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Pingüinos en París, os emocionará… y tendréis que contármelo. 

Si queréis saber más:

Las canciones

Las fotos

Los vídeos

Los personajes

La última foto de Robert Capa

Capa es uno de los personajes principales de mi novela Pingüinos en París. Su relación con Gerda y con la fotografía – sus dos grandes amores – son instantes de que aparecen entre las páginas del libro, como surgen las mágicas instantáneas de su cámara.

El 22 de octubre de 1913 nacía en Budapest y un 25 de mayo de 1954 moría en Thái Bình, entonces Indochina francesa y hoy República de Vietnam. Su última foto la hizo aquel mismo día antes de pisar la mina asesina.

 

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Son conocidas y admiradas muchas de sus fotografías. En otras entradas de esta misma página aparecen unas cuantas.

Primera parte: Fotos primeras y Guerra Civil Española

Segunda parte: Fotos Segunda Guerra Mundial

Tuve ocasión de visitar en París el apartamento de Gerda y Robert. Podéis ver las fotos de Ana Elisa Martínez

El apartamento de Gerda y Robert Capa

 

Algunas de sus últimas fotos:

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Robert Capa por Henri Cartier Bresson (1953)

 

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En el baño, leyendo a Simenon. Foto Magnum

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Con Steinbeck. Autorretrato.

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De bailoteo en Hollywood. Magnum fotos.

 

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Con «Chim» Seymour. Foto de Henri Cartier Bresson.

Algunas de los momentos de la liberación de París que aparecen en la novela:

El desembarco de Normandía en Pingüinos en París.

Hoy, 6 de junio, es el aniversario del desembarco militar más impresionante que vieron los siglos. Fue el famoso Día D.

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Photographer’s Mate (CPHoM) Robert F. Sargent. Desembarco de la Compañía E en Omaha Beach.

En «Pingüinos en París (Bajo dos tricolores)» se relata este batalla que cambiaría el curso de la guerra.

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Plan de asalto del día 5 de junio.

Paracaidistas británicos de la 6.ª División Aerotransportada recibiendo instrucciones en vísperas de la invasión. Foto de: Malindine, E G (Capt), War Office.

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El general  Eisenhower departiendo con los paracaidistas de la  Compañía E, 502D. que van a lanzarse sobre el continente.

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Subiendo a los planeadores

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Soldados norteamericanos preparándose para embarcar en WEYMOUTH, Reino Unido Foto: Robert Cappa.

 Bajo la sombra de Nothe Fort en Weymouth, docenas de buques esperaban una orden que ya se retrasaba veinticuatro horas. El cielo permanecía todavía cerrado y las luces de Selene se reflejaban prudentes sobre los cientos de globos que protegían el puerto. En la cubierta de los buques de transporte, miles de hombres eran informados una y otra vez sobre su misión. El U.S.S. Chase no era una excepción. Sobre maquetas de plástico los suboficiales explicaban a las tropas el paisaje que se encontrarían al poner el pie en Omaha Beach, un nombre en clave para designar un par de playas en la costa de Normandía. En el interior del buque se podía ver pintados en una pared los nombres de los buques, el de los ocho sectores de desembarco en Omaha y los asignados a cada unidad militar con nombres tan peculiares como Dog Green, Dog White, Easy Green o Easy Red. La zona de desembarco que correspondía al 16ª regimiento de infantería al mando del coronel Taylor estaba bien delimitada por acantilados en ambos lados y sobre la línea de mareas poseía un banco de dos metros de altura con una anchura que alcanzaba los catorce en algún punto. Una ratonera de roca normanda bajo la apariencia de una playa de inocentes arenas. El Chase era uno de los buques nodriza de la flota. Iba cargado hasta los topes de barcazas de desembarco para ser lanzadas, repletas de soldados, a diez millas náuticas de la costa. Capa era uno de los componentes de la compañía “E” del segundo regimiento, una de las primeras elegidas para pisar tierra francesa. “Todo un privilegio”, pensaba el fotógrafo. Los mandos aseguraban sin pudor que, primero las baterías de los destructores y luego la aviación, dejarían la playa sin apenas defensas, aunque tal vez quedaría resistencia en los empinados acantilados que se elevaban entre 30 y 50 metros y que dominaban toda la playa. No obstante, las tropas se habían preparado para la conquista rápida de esas alturas, o eso creyeron. Cuando se dio el aviso de partida, los embarcados no fueron conscientes de que empezaba el día “D”, hasta que vieron empequeñecerse la costa inglesa. No era ningún simulacro.

Fragmento de Pingüinos en París.

Las defensas de las playas en Normandía. Bundesarchiv, Bild 101I-719-0240-05 / Jesse / CC-BY-SA 3.0

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historiayguerra.net/2014/05/23/la-batalla-de-normandia-1944 Plano del desembarco.

Map of the Normandy invasion with allied forces. Image: Originally published in Time Magazine.

Bombardeos previos al desembarco.

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Soldado paracaidista  de la 101 contemplando a la aviación aliada.

La 101ª aereotrasportada en acción

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Cientos de planeadores y miles de paracaidistas en la retaguardia alemana.

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Los alemanes observando el despliegue aéreo aliado.

Los hombres comenzaron a escribir cartas a sus familias, hasta entonces existía la esperanza de un nuevo retraso o un cambio de estrategia; ahora tenían la certeza de que pronto hollarían aquellas playas, maquetadas en plástico, de verdad. Algunos empezaron a rezar, otros quedaron en silencio meditando su destino; muchos sacaron
los naipes y empezaron una partida de olvidos y quitamiedos.
Sobre las dos de la madrugada les anunciaron la cercanía de la costa. Los rostros se tornaron adustos y nadie quiso continuar con la partida. El barco comenzó a oler a refrito, a tortitas y a café. Los comedores se llenaron de soldados y los platos quedaron casi sin tocar, los huevos revueltos fueron más revueltos todavía, aunque no degustados. ¿Quién desayunaba tranquilamente sabiendo la inminencia
del asalto? A las cuatro fueron concentrados en la cubierta superior, dos mil hombres se aprestaron para subir a las barcazas de desembarco. Capa apareció con un Burberrys doblado sobre el brazo. Sabía que tendría que saltar al agua y pensaba no mojarse demasiado protegiendo las cámaras bajo el elegante impermeable. El silencio era impresionante, solamente se escuchaba el chirriar de las grúas a la espera de bajar las lanchas. Todavía estaba oscuro y la negrura de imposibles sombras apagaba todavía más los rostros camuflados bajo los cascos de acero. El miedo barría toda la cubierta mientras, a los pocos que habían desayunado, su esófago les devolvía el regusto de los alimentos.
Desde las seis menos cuarto de la mañana los buques de la Armada, y posteriormente la aviación norteamericanas, bombardearon las defensas costeras alemanas con ahínco. Sin embargo, los puestos de combate alemanes recibieron escaso castigo. Frente a la playa de Easy Red, los hombres de los nidos de resistencia WN esperaban dentro de los búnkeres, casamatas y fortines, dispuestos a repeler a los infantes norteamericanos en cuanto desembarcasen. El WN62 era solo uno de los quince puntos de defensa a lo largo de Omaha Beach, estaba situado en Coleville-sur-Mer a tan solo veinticinco metros de la arena con una amplia visión de toda la laya, rodeado por alambre de púas y una fosa antitanque. La línea de fuego del WN62 era tan extensa como lo brazos de la Parca. Los treinta hombres que defendían la posición atenazaron sus índices sobre los gatillos de sus armas, los servidores de las dos ametralladoras MG 42 se prepararon y los artilleros cargaron los dos cañones de 75mm., los morteros de 50mm. y el cañón antitanque. El teniente  Frerking se dirigió a sus hombres y les pidió valor y tranquilidad y a que el enemigo estuviese con el agua hasta las rodillas y con poca maniobra para defenderse, antes de empezar a disparar. Durante unos minutos se hizo una tensa calma.

Fragmento de Pingüinos en París.

Lancha aproximándose a Omaha.Conseil Régional de Basse-Normandie / National Archives USAhttp://www.archivesnormandie39-45.org/specificPhoto.php?ref=p012547

Los de la primera oleada abordaron sus barcazas que la grúa había posicionado lentamente sobre el mar. Un primer rayo de sol se estrelló contra ellas dándoles un aura rojizo de advertencia. Las olas de un mar altanero y violento se proyectaron contra los botes empapando a los infantes que se acomodaron fijando la vista en la rampa delantera. Aquel era su puente a los infiernos. Una tras otra, las barcazas fueron depositadas sobre el agua como barquitos de papel sobre una torrentera. Algunos hombres sacaron las bolsas preparadas para el caso y vomitaron dentro de ellas el resto del desayuno o la bilis de la nada. Un primer zambombazo anunció que estaban cerca. Los alemanes hacia ya horas que les esperaban. Todo el horizonte visible estaba cubierto de cientos de navíos de guerra y transporte de los que surgían miles de embarcaciones camino de la playa. Las defensas se mantenían prácticamente enteras y los de la Wehrmacht habían tenido tiempo de prepararse. Las ametralladoras aparecieron entre las hendiduras de los búnker, fijando su puntería con toda la antelación del tiempo que tarda un hombre cargado de armas y pertrechos, con el agua hasta la cintura, avanzar cincuenta o cien metros esquivando obstáculos hasta llegar a la playa. Omaha estaba sembrada de “puertas belgas”, un obstáculo semisumergido cuya finalidad era impedir el desembarco de tropas y vehículos, y a los que se habían adosado minas terrestres y minas antitanques. También de rampas con explosivos para hacer estallar las embarcaciones que se acercaran a la playa y una última línea en el mar de erizos checos, artilugios de hierro clavado en el fondo arenoso para entorpecer el avance de vehículos. Ya en la costa, los widerstandsnester, casamatas de resistencia intercomunicadas por túneles, esperaban plagadas de alemanes, de alambres de espino, de zonas minadas, de artillería pesada, de nidos de ametralladora. También artillería ligera y un millar de soldados de la 352, que los servicios de información situaban en el interior en Saint-Lô, pero que Rommel había enviado a reforzar la zona costera.

Fragmento de Pingüinos en París.

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Foto de Robert Capa

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Foto de Robert Capa   Apartamento de Capa en París

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Lancha norteamerican en llamas. Foto (AP)

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Conseil Régional de Basse-Normandie / National Archives USAhttp://www.archivesnormandie39-45.org/specificPhoto.php?ref=p012547

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Conseil Régional de Basse-Normandie / National Archives USAhttp://www.archivesnormandie39-45.org/specificPhoto.php?ref=p012547

Cuando los primeros que desembarcaron en la playa de Easy Red estuvieron a ciento cincuenta metros de alcanzar la orilla, el teniente alemán dio la orden de fuego. El primero en hacerlo fue el cabo Heinrich Severloh  de la 352ª División, su MG 42 alcanzó a un atacante norteamericano que estaba llegando a la arena, su casco voló hacia atrás, mientras el proyectil le alcanzaba en la frente y se desplomaba sobre el sábulo. El terrible fuego de los defensores del WN62 barrió a los soldados que trataban de alcanzar una posición resguardada. Pasaban algunos minutos de la seis y media de la mañana.

Fragmento de Pingüinos en París.

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Nido alemán en Normandía

Ametralladora alemana defendiendo Normandía.

Robert Capa y parte de la compañía “E” se aproximaban a la playa cuando se cruzaron con una barcaza que regresaba al Chase, el piloto les hizo un inconfundible aspaviento de que aquello no era un paseo y luego, como gesto de ánimo, levantó los dedos en
señal de victoria. La lancha con sus treinta y dos pasajeros amerizó cerca de las siete de la mañana en el fondo arenoso y la compuerta descendió con un golpe sordo sobre el agua cuyo efecto salpicó a todos. La playa de Easy Red, nombre clave de aquel sector de Omaha, no tenía nada de fácil y sí mucho de rojo. Las ametralladoras alemanas tabletearon furiosas contra los de la “E”. Capa se detuvo sobre la plancha de acero de la rampa y empezó a fotografiar. El piloto, deseoso de salir de aquel infierno de humo y fuego, le espetó: “Vienes o te quedas”. Robert Capa vaciló como nunca lo había hecho, entonces el marino se acercó y le propinó una patada en el trasero. Notó el impacto caliente de la bota y el contacto frío del agua. La orilla quedaba a unos cien metros, las balas golpeaban el agua y se hundían en busca de blanco formando siluetas sinuosas al atravesar las olas. Aquello le llevó al paroxismo. Se cobijó detrás de uno de los erizos checos. Superó su miedo e hizo más fotos a pesar de la poca luz y de las columnas de humo. Todo era un caos, los infantes permanecían aplastados contra el sábulo, algunos muertos o heridos; otros, atemorizados. Terminó el primer rollo de la Contax,
estaba entumecido, las manos le temblaban, la ropa mojada le helaba las piernas; recordó que había abandonado su flamante Burberrys en la barcaza. Cambió de refugio y se parapetó detrás de un vehículo anfibio al que las llamas habían consumido y puso nueva película.
En las playas muchas compañías habían sido mermadas y otras permanecían desperdigadas sin saber qué hacer. Los carros de combate desembarcados también sufrían fuertes pérdidas. Las barcazas hundidas parecían bañeras metálicas pudriéndose al sol. Los cuerpos sin vida flotaban en la mar con la cara vuelta hacia el fondo marino por el peso de los equipos y los supervivientes se amontonaban al abrigo de los acantilados a la espera de un milagro. Los zapadores trataban de hacer volar los obstáculos aun a costa de ser ellos los abatidos. Capa bebió un trago de la petaca que guardaba en el bolsillo trasero del pantalón y le ofreció a un compañero de parapeto adivinado sus palabras de agradecimiento apagadas por las explosiones; unos metros más allá los médicos atendían a las víctimas y un cura católico daba la extremaunción a los muertos, desafiando todos los peligros como si tuviese un pacto con el Todopoderoso;
la Contax del fotógrafo seguía disparando y también los alemanes. El cabo Heinrich Severloh, desde el Widerstandnest 62 dejaba que se enfriara el cañón de su ametralladora sin dejar de disparar con un fusil Mauser.  

Fragmento de Pingüinos en París.

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Impresionante secuencia de fotos de Robert Capa. Salvo la última que es un fotograma de «Salvar al soldado Ryan», pero que sirve como homenaje àra aquellos hombres del Día D.

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Defensores alemanes en Pont-du-Hoc

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Defensas alemanas en la zona interior de Omaha

Canadienses desembarcando.Image: PO Dennis Sullivan / Canadian Department of National Defense / Library and Archives Canada / PA-132790.

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Plasma en la arena. Foto: Imperial War Museums

Arribó a la playa una embarcación de los servicios médicos, de ella bajaron nuevos sanitarios y enfermeros que empezaron a llevarse heridos al barco. Una explosión cayó cerca de la nave, una gran columna de agua se levantó para volver a incorporarse al flujo marino formando círculos concéntricos. Robert sintió un miedo insuperable y corrió hacia la barcaza que iniciaba su derrota hacia el buque nodriza, tomó la última foto de aquel día desde la cubierta de la nave salvadora. La silueta del Chase se recortó en el horizonte. Hacía tan solo seis horas que partiera del buque y un mundo de sensaciones habían transcurrido en el espacio de tiempo que dura una excursión campestre. Al llegar a la nave se cruzó con la última oleada de infantería de la 16 que embarcaba en ese momento; la cubierta del buque estaba ya llena de heridos, barrida de lamentos, de sollozos y de bolsas blancas con los restos de lo que apenas horas antes habían sido jóvenes cargados de vida y de esperanza. Del bolsillo de uno de ellos que estaba siendo embolsado asomaba un juego de naipes. El muchacho había perdido su partida más importante.

Fragmento de Pingüinos en París.

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Médicos

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El consuelo del cielo. Foto: Robert Capa

Primeras posiciones en la playa de Utah.rmy Signal Corps. Post-work: User:W.wolnyUS Navy Photo #: SC 190062

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La cabeza de playa de Omaha

6 de julio

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Las cabezas de playa fueron consolidándose.

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Con un terrible costo en vidas humanas. Robert Capa, fumando, observa los cadáveres. Foto de Robert Sargent

Prisioneros alemanes. Foto Robert Capa.

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Prisioneros alemanes conducidos por soldados británicos en Sword Beach

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Las baterías y las defensas alemanas destruidas. Los Rangers en Pont-du-Hoc

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Prisioneros alemanes heridos.

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Robert Capa

Para saber más: Apartamento de Capa en París- fotos de: Ana Elisa Martínez

Capa en Pingüinos en París I  Capa en Pingüinos en París II

Personajes de la novela

Un gran reportaje de la batalla.

Normandía 70 años después

La canción del Día más largo

El día más largo por los cadetes de West Point. Muy curioso de verlo y precioso de oírlo, gran coro,

Versión de Paul Anka

Por Dalila

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