La noche de los cristales rotos (Kristallnacht) en Pingüinos en París

La noche del 9 al 10 de noviembre de 1938 se recuerda como La noche de los cristales rotos o  Kristallnacht. Fueron  una serie de asaltos y ataques combinados en Alemania y Austria  llevados a cabo contra ciudadanos judíos y negocios de propiedad judía, incluida la quema de Sinagogas, por las Tropas de Asalto  de las SA, apoyadas por parte de la población civil. Los hechos se relatan en la novela y también la excusa para tales atropellos, que fue la del asesinato de un diplomático alemán tal día como mañana 7 de noviembre ( en 1838).  Ernst vom Rath era el secretario de la embajada alemana en París  y su asesino  un joven judío polaco de origen alemán llamado Herschel Grynszpan. En la novela podréis encontrar esta historia, incluido  qué paso con Herschel Grynszpan después de los hechos.

 

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Miles de nazis se lanzaron a la calle en una reacción supuestamente espontánea contra el suceso de París. Aquella fue la “Noche de los cristales rotos” o Kristallnacht. Las calles de Berlín se cubrieron de una alfombra de vidrios rotos que chispeaban bajo la luz de las antorchas, y las sinagogas de varias ciudades ardieron con el fuego purificador de los intolerantes. El “mártir”, como ya llamaban los alemanes a Ernst vom Rath, había sido vengado. Europa consentía a Hitler sus atrocidades, muy pronto lo pagaría.

Fragmento de Pingüinos en París (Bajo dos tricolores)

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El diplomático alemán Ernst vom Rath

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Herschel Grynszpan

 

Transcurridos varios días, Herschel aún no tenía noticias de Ernst. Ni siquiera le había llamado. Fue a verle a la embajada. El alemán lo llevó a una terraza cercana.

– Por Dios Herschel, me comprometes. No sabes cómo están las cosas… soy miembro del partido.

– Ya, si saben que te acuestas con un judío, se acabó tu carrera política.

– Así es, no quiero… no puedo verte más, Herschel. Olvídame.

El joven polaco se marchó. Todo su mundo se había venido abajo. No sabía si le dolía más la situación de su familia o la actitud cobarde de Ernst.  Ya en casa de sus tíos, escribió una carta para sus padres:

Queridos padres, no puedo hacer otra cosa. Que Dios me perdone. Mi corazón sangra cuando oigo hablar de la tragedia de 17.000 judíos. Debo protestar para que el mundo entero me escuche…  Perdónenme. Herschel

  A la mañana siguiente salió de casa antes de las nueve, compró un revólver y munición por algo más de doscientos francos y se dirigió a la embajada alemana. Ernst vom Rath le recibió visiblemente furioso.

– Ya te dije que no quería verte más.

Herschel sacó el revólver de su gabardina.

– Solamente eres un sucio boche – dijo y disparó cinco tiros, tres de ellos dieron en el abdomen del alemán; la cristalera que quedaba a su espalda saltó hecha pedazos.

Herschel se quedó allí plantado, sin soltar el arma y viendo cómo Ernst se retorcía de dolor. Así le encontró la policía. No opuso ninguna resistencia cuando le arrestaron. Inmediatamente fue enviado a la cárcel juvenil de Fresnes, cercana a París. Una ambulancia trasladó al diplomático alemán al hospital…

Fragmento de Pingüinos en París (Bajo dos tricolores)

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