Batalla del Ebro en Pingüinos en París

Algunos de los personajes de  Pingüinos en París, vivirán la Batalla del Ebro durante la Guerra Civil Española. Fue la más larga de la guerra, 115 días de  duros combates desde el 25 de julio al 16 de noviembre. Hay dos entradas en la página que os hablan de ella.

Hoy se cumple el 79 aniversario del fin de la batalla y con él las esperanzas republicanas de ganar la guerra. Sin embargo, muchos de los hombres que allí combatieron siguieron luchando por la libertad. Entre las fuerzas de La Nueve que entraron las primeras en París el 24 de agosto de 1944, estaba el HT L’Ebre, en recuerdo de la batalla.

 

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Podéis seguir leyendo en las entradas siguientes:

Batalle del Ebro Parte Primera

 

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Reconquista de los pueblos de la margen nacionalista por los republicanos.

Seguir leyendo:

Batalla del Ebro Parte II

 

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Artillería nacionalista.

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Tropas republicanas.

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El Ebro en el desfile del día 26 de agosto de 1944 en París.

La batalla del Ebro en Pingüinos en París II

Tal día como hoy, hace setenta y ocho años, terminaba la Batalla del Ebro. Era el principio del fin para la II República Española. En mi novela se cuentan estos hechos acaecidos en la madrugada del 16 a 17 de noviembre del 36, concretamente a las 4.30 con la voladura del puente de hierro de Flix, último bastión republicano en la orilla occidental del río Ebro. En la foto de Dimitry Terekhov  el  avión ruso polikarpov i 15 presente en la batalla.

 

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La compañía permaneció en su puesto, su deber era proteger la retirada de los restos de la brigada. En la cercana Flix, aprovechando las sombras nocturnas, la XI y la XV cruzaron por la pasarela tendida en Ribaroja y por el puente de hierro. Los blindados y la brigada 31 se retiraron por la pasarela tendida al sur del pueblo, mientras la 33 lo hacía por la pasarela del norte de Ascó. Los jefazos, es decir, el general Tagüeña, el comisario Fusimaña y Soroka el consejero soviético, pasaron con la XI brigada al otro lado del Ebro.

A las once de la noche dieron a la XIII la orden de replegarse sobre Flix. Aprovechando las sombras nocturnas se apostaron entre las ruinas del pueblo a la espera de un ataque inmediato. Sin embargo, el enemigo avanzó por el lado opuesto para tomar Ascó, oyeron los cañonazos desde sus posiciones y luego un silencio sepulcral. Flix, embolsada sobre el meandro del río, era la última posición republicana al oeste del Ebro.

Fragmento de Pingüinos en París (Bajo dos tricolores)

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Al Al día siguiente recibieron la orden de replegarse y atravesaron el puente que les devolvería a las posiciones de donde habían partido casi cuatro meses antes. La XIII fue la última en pasar. En la batalla, la República había dejado miles de sus mejores combatientes muertos o prisioneros. Se replegaron en orden, aprovechando una extraña calma en el frente, parecía como si los franquistas les permitieran huir. Tal vez pensaban que no había prisa y que aquel puñado de hombres caería tarde o temprano. La suerte, lo sabían todos, estaba echada.

A las cuatro y media de la madrugada del 17 de noviembre, los pontoneros de la 35 división del Ejército Popular prepararon la voladura del puente de Flix. Hugo y sus hombres pasaron al otro lado, retrocediendo de espaldas para que no les sorprendiera el enemigo. Hugo y Pietro cruzaron los últimos. Cinco minutos después, un estampido les forzó a volver el rostro hacia el puente. Cegados por un gran resplandor apenas pudieron apreciar cómo todo el armazón gemía al ceder la estructura metálica. Tramos y piezas caían con estrépito a las aguas del Ebro. Con aquel puente volaban también las últimas esperanzas. En el aire se escuchaban los acordes de una guitarra lejana para acompañar una canción popularizada en el Jarama con otra letra y que en su origen hablaba de un río rojo, como el Ebro, teñido con la sangre de los valientes: Mira el río y el valle que has dejado, y a este corazón que ahora guarda, la pena tan amarga de tu despedida. La República había perdido la guerra.

Fragmento de Pingüinos en París (Bajo dos tricolores)

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La Batalla del Ebro en Pingüinos en París (Bajo dos tricolores)

 

Uno de los grandes escenarios de la novela es el de las tierras altas del Ebro durante la famosa batalla. La madrugada del jueves día 17 de noviembre se cumple el aniversario de la finalización de esta batalla en la que algunos de  los personajes de Pingüinos en París son sus actores.

La batalla del Ebro fue la más encarnizada de la Guerra Civil Española. El frente estaba dividido por el río Ebro, que servía de frontera natural a los dos ejércitos. El ejército republicano inició una gran ofensiva el día 25 de julio de 1938, con el objetivo de obligar al ejército franquista de Levante, que asediaba a Valencia, para que desviara su atención hacia el frente del Ebro.

 

Algunas fotos de la Batalla del Ebro

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La 46 División avanzando (Foto ABC). Holandeses que luchaban dentro de la  XI Brigada mixta. El oficial que, con gorra de plato y pistola en mano, guia esa escuadra es Piet Laros, que durante los años de la ocupación nazi de los Paises Bajos lucho en la resistencia, y -siendo capturado- fue enviado al campo de concentracion de Buchenwald. Sobrevivió a todo eso, y falleció de muerte natural en 1997. Datos aportados por: Francisco Javier Narbaiza Solozabel.

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El paso del Ebro ( Foto de El Periódico)

El mismísimo general Rojo coordinaría personalmente la batalla. Como capitán de su compañía, pidieron a Hugo que seleccionara entre sus hombres a los mejores nadadores para instruir a sus compañeros; el contraataque sería a través del río. Se incorporaron a la división jóvenes de 18 años y brigadistas internacionales supervivientes de otras unidades. Los hombres bajo el mando de Hugo, encuadrados en la XIII Brigada, pertenecían a media docena de nacionalidades y a españoles de la Quinta del Biberón. Pietro fue uno de los instructores que, junto a los infantes de marina acuartelados en el Delta, enseñaron a remar al resto de la compañía. Reinaba un ambiente de buen humor y las caídas desde las barcas de los improvisados remeros, fruto de su inexperiencia en tales lides, provocaban las carcajadas de sus compañeros; los chapuzones no venían mal entre los calores de julio.          

La madrugada del día 25 cesaron las bromas. Barcazas, pasarelas, hombres y maquinas atravesaron el Ebro. Pasaba un cuarto de hora de la medianoche. El trabajo de los pontoneros había resultado magnífico. En silencio y prestos al encuentro con el enemigo, la brigada cruzó por distintos puntos entre Mequinenza y Amposta. Las tierras del Ebro, repletas de viñedos y olivos, mostraban sus campos que todavía no habían sido arrasados. La luna, escondida aquella noche, apenas alumbraba los peñascos y las sierras que a partir de este momento estarían para siempre ligadas a la batalla. Las alturas de Pàndols y de Cavalls, desde las que se dominaba gran parte del discurrir final del río, contemplaban a las fuerzas republicanas alcanzar la orilla izquierda.

Fragmento de Pingüinos en París (Bajo dos tricolores)

El frente se extendió a lo largo de sesenta kilómetros, desde Amposta (Tarragona), hasta Mequinenza (Zaragoza). Al exitoso ataque inicial republicano siguió un combate posicional donde ambos ejércitos luchaban ferozmente por cada trinchera y por cada cota. Las muertes entre ambos contendientes superaron la cifra de veinte mil. Muchos cadáveres quedaron dispersos entre las sierras y barrancos de la zona y, todavía hoy, se encuentran restos de osarios y restos de armamento en lugares como El Pinell, Miravert, Ribarroja, Flix, Ascó, la Fatarella o en las Sierras de Pàndols,  Cavalls, Lavall y  en las trincheras de las Cotas 496, la 481 (El grano), o la 705. Todos estos nombres pasaron a la historia de la batalla.

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Fotos de Internet: batallasdeguerra.com

Al despuntar la mañana siguieron avanzando y antes de anochecer habían conquistado Mora de Ebro. A pesar de que el enemigo había provocado una crecida de dos metros del Ebro, abriendo los embalses de Lérida para dificultar el paso del armamento y avituallamiento, el Ejército Popular se sentía fuerte y decidido. Algunos bimotores Tupolev SB-2 Katiuska bombardeaban tenazmente las posiciones golpistas y los Polikarpov se adueñaban del aire. Todo parecía ir sobre ruedas.

De nada sirvieron los contraataques enemigos del día siguiente y su incesante bombardeo a las pasarelas del Ebro. Los pontoneros republicanos fabricaban falsos puentes hechos con alambres y cartón, que se convirtieron en el inútil objetivo de los aviones de la Legión Cóndor. Las pasarelas auténticas, mediante un original mecanismo, permanecían sumergidas en el agua durante el día y eran elevadas a la superficie por la noche para recibir suministros y evacuar a los heridos. Quedaba abierto un frente de más de cuarenta kilómetros de ancho. Capturaban a tantos prisioneros que superaban ampliamente el número de los atacantes.

Tres días después, la brigada alcanzaba las sierras de Pàndols y Cavalls; las planicies del Matarraña quedaban a la vista. Fuerzas de otras divisiones conseguían tomar los montes de la Fatarella. Les mandaron avanzar hasta Gandesa y para ello tenían que tomar la cota 481, en la zona de Puig del l’Áliga que era vital para el control de la zona. Una bandera de la Legión resguardaba la posición.

Se ordenó al batallón británico ocupar la cota. Ascendieron por la colina mientras una lluvia de granadas caía sobre ellos. Las explosiones machacaban a británicos y estadounidenses. Los legionarios gritaban enardecidos. Se repitieron los asaltos hasta en cuatro ocasiones, la mortandad no les asustaba y habían derrochado valor y dignidad, pero la bandera de la Legión seguía sobre la colina…

Fragmento de Pingüinos en París (Bajo dos tricolores)

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http://www.elmundo.es/elmundo/2011/09/30/galicia/1317404752.html

http://elpais.com/diario/2011/09/25/catalunya/1316912838_850215.html

http://ccaa.elpais.com/ccaa/2012/04/21/catalunya/1335038752_872001.html

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Foto y reconstrucción fotográfica del famoso «Charli», restos encontrados en la Fatarella, que corresponden a un soldado republicano, probablemente catalán. Según fotos e informe bajo la dirección de intervención de Alfredo González Ruibal  y Mª Carmen Rojo Ariza del magnífico trabajo:  EL ÚLTIMO DÍA DE LA BATALLA DEL EBRO
INFORME DE LAS EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS EN LOS
RESTOS DE LA GUERRA CIVIL DE ,Raïmats, LA FATARELLA
(TARRAGONA). Según publicación del CSIC del 2011 (CONSEJO DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS)

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BUNKER. Foto El Mundo

Una medianoche, los requetés del Tercio de Nuestra Señora de Montserrat recibieron la orden de atacar la cota 481 desde sus posiciones de la 421. Lo hicieron sin ninguna cobertura, a pecho descubierto, tratando de cortar las dos líneas de alambradas entre la oscuridad. La decena de carros de combate detuvo su avance sin poderles ofrecer cobertura, dos de ellos fueron incendiados desde las trincheras por sendos cócteles Molotoff. Fue una carnicería, las bombas de mano y las ametralladoras de los defensores diezmaron a los asaltantes. Los requetés caían a docenas mientras trataban de esconderse entre viñedos y pedruscos paralizados de terror. No podían ni avanzar ni retroceder, durante nueve horas permanecieron atrapados bajo el fuego de los brigadistas. Hugo Martínez advirtió que eran fuerzas catalanas. La sección que había atacado las posiciones de su compañía estaba aniquilada, aquí y allá los cuerpos de los requetés permanecían inmóviles, aunque algunos todavía seguían con vida; sus ayes lastimeros se escuchaban mientras el día agonizaba. A propuesta de Hugo sus superiores autorizaron un alto el fuego para que los asaltantes pudiesen retirar a sus muertos y heridos. Se asomó por la trinchera con una bandera blanca y ofreció la tregua a los requetés. Como sombras, fueron levantándose de sus parapetos vegetales y minerales y en silencio de muerte recogieron a sus camaradas heridos y moribundos.

Fragmento de Pingüinos en París (Bajo dos tricolores)

 

 

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Restos de otro combatiente.

Noticia: Hallan los restos de un combatiente de la Batalla del Ebro

Investigadores del CSIC y de la Universitat de Barcelona (UB) encontraron en la línea fortificada de La Fatarella los restos de un soldado republicano que, al parecer, murió sepultado en la trinchera en la que combatió hasta el último momento, cuando aseguraba el repliegue de sus compañeros, que volvieron a cruzar el río derrotados, cinco meses después de lanzar la que fue su última ofensiva.

Leer mas: http://www.europapress.es/catalunya/noticia-hallan-aldover-tarragona-restos-combatiente-muerto-batalla-ebro-20131003185647.html

 

El Ebro fluía tranquilo, el silencio era total cuando los hombres de la 35 División aprovecharon la oscuridad para abandonar el pueblo de la Fatarella. Había que retirarse hacia Flix. Su puente de hierro todavía estaba en condiciones de uso. Los pontoneros tenían camufladas entre arbustos y matorrales tres pasarelas que podían tender en cuanto oscureciera.

En el llamado balcón del macizo de Montredon, una amplia colina áspera, desierta y rocosa, sobre la que se apoya a modo de escalones el enriscado del macizo, la XIII brigada cubría la retirada de las fuerzas propias. La aviación y la artillería fascista les bombardeaban constantemente, protegiendo a las tropas franquistas que avanzan para desalojarles. La compañía de Hugo,      reforzada con soldados españoles procedentes de otras que habían sido diezmadas, ocupaba la vanguardia de las defensas del Montredon. Al atardecer oyeron ruido de aviones, afortunadamente eran los chatos y los moscas republicanos. Cuarenta y cinco aparatos iniciaron su vuelo rasante y ametrallaron a los atacantes; el enemigo se detuvo en seco. Al caer la noche, el macizo se convirtió en un teatro de sombras que jugaban con el cuarto creciente de la luna…

Fragmento de Pingüinos en París (Bajo dos tricolores)

La batalla del Ebro contada en dos partes por TVE

 

Museo de la Batalla del Ebro en Fayón